Con la llegada de las bajas temperaturas, muchas personas que conviven con perros se plantean una pregunta recurrente: ¿deben dormir adentro o afuera?
El bienestar de las mascotas está condicionado por múltiples factores, entre ellos la temperatura ambiente, el espacio disponible en la vivienda, la edad del animal y, sobre todo, el vínculo emocional con su grupo humano.
En hogares donde el perro forma parte activa de la vida familiar, la decisión sobre su lugar de descanso nocturno va más allá de lo práctico. Intervienen aspectos relacionados con la salud física, la conducta animal y el tipo de relación que mantienen con las personas.
Lejos de ser una cuestión meramente estética o de costumbre, el lugar que ocupan al dormir puede incidir directamente en su estado físico y emocional, especialmente en contextos climáticos extremos.
Los expertos coinciden en que, aunque cada familia define sus reglas de convivencia, existen pautas generales que deberían tenerse en cuenta para proteger la salud de los animales. En particular, se recomienda evaluar si la casa ofrece alternativas seguras frente a temperaturas bajas o elevadas.
“Al igual que nosotros, nuestros perros pueden sentir el frío en las épocas más frescas del año. Algunos de los peligros más comunes para los perros durante el invierno incluyen hipotermia, congelación, intoxicación por anticongelante y deshidratación. Pero la buena noticia es que hay medidas sencillas que puedes tomar para mantener a tu compañero de cuatro patas feliz, sano y protegido de las inclemencias del tiempo”, explican expertos de la ONG británica Guía Canina.