San Martín llegó a Salta con algunas modificaciones (obligadas) que tocaron la idea del equipo que mostró un primer tiempo totalmente chato. Sin Orellana en la defensa (Osores, su reemplazo, hizo el gol en contra) y Pino (out por un golpe) lo mostrado por el equipo de Martos fue de pobre para abajo.
La etapa inicial no dejó un gran análisis para ambos elencos. Un partido típico de Primera Nacional: Mucho cuidado, pierna fuerte y tratar de buscar algún error para llegar a la ventaja.
La primera clara fue para Gimnasia que con una acción individual de Matías Birge sacudió el arco del “santo”. El volante capitalizó una acción individual y remató de media distancia para reventar el poste defendido por Darío Sand.
De allí, el partido fue muy pobre. La próxima acción de riesgo fue a los 40 minutos! Un centro de Hachen para que Spetale mande el remate a la luna.
Cuando se moría el primer tiempo y el cero parecía inamovible llegó el cachetazo para San Martín: Rojas peleó una pelota, mandó el centro y Osores en la idea de despejar terminó mandando la pelota al arco para poner el 1-0 a favor del local.
La segunda parte fue prácticamente un monólogo del dueño de casa. Un disparo de Aguirre de media distancia en el amanecer del complemento dejaba en claro lo que sería el rendimiento de ambos.
San Martín intentó buscar con cambios pero la respuesta futbolística del conjunto tucumano nunca apareció en tierras salteñas. El golpe de KO fue en el Ecuador del segundo tiempo. Méndez mandó un centro a la cabeza de Reynaga que apareció solo en el área para cabecear al segundo palo y poner el 2-0.
La noche interminable para San Martín le sumó el condimento de la roja para Gonzalo Rodríguez. El “Turbo” había ingresado y solo duró cuatro minutos en cancha por una agresión a un rival.
Fue de los peores partidos del año para San Martín que nunca mostró las credenciales que justifiquen ser líder de su zona. Una derrota que deja más dudas que certezas en la previa a River y el interrogante de cuánto más queda en el reloj de continuidad para Ariel Martos en el banco del “santo”.