En los últimos años, regalar flores amarillas el 21 de septiembre se ha transformado en una de las costumbres románticas más entrañables en la Argentina. La fecha, que coincide con el Día de la Primavera, se ha convertido en una excusa perfecta para demostrar amor y cariño a través de este simbólico obsequio.
El origen de esta tradición, sin embargo, no tiene una historia tan antigua como parece. La costumbre de regalar flores amarillas se remonta a la exitosa serie juvenil Floricienta, creada por Cris Morena. A través de su protagonista, Florencia Santillán, interpretada por Florencia Bertotti, la serie dejó una marca indeleble en los corazones de miles de jóvenes que crecieron con ella.
En la primera temporada de la tira, el personaje de Federico, el hermano mayor de los chicos que vivían en la mansión Fritzenwalden, aparece en un sueño de Floricienta con un ramo de flores amarillas, un gesto cargado de amor y esperanza. La escena, que se convirtió en un ícono de la serie, estuvo acompañada por una de las canciones más populares de la ficción, un tema que hablaba de ese amor idealizado y de la ilusión de recibir un regalo tan especial.
Ese instante quedó grabado en la memoria colectiva de los fans, especialmente en las jóvenes que comenzaron a soñar con recibir un ramo de flores amarillas de sus propias parejas. Lo que comenzó como un gesto de la ficción, pronto se transformó en una tradición que, año tras año, cobra más fuerza.
La llegada de la Primavera, una estación asociada con la juventud, el amor y la renovación, sumó un componente especial al gesto. Hoy en día, regalar flores amarillas en esta fecha es una forma de celebrar tanto el amor como el comienzo de una nueva temporada, llena de colores, vitalidad y emociones renovadas.
Así, lo que inicialmente fue una idea salida de la pantalla chica, se ha convertido en un símbolo de cariño que conecta a las nuevas generaciones con la nostalgia de una historia televisiva que marcó a toda una época. Para muchas parejas jóvenes, el 21 de septiembre no estaría completo sin un ramo de flores amarillas, que además de representar el amor, también guarda un recuerdo emocional de una serie que dejó huella.