Durante tres agotadores años, Lauren Lockwood intentó que su hijo Rex durmiera toda la noche. Cuando era bebé, no podía dormir sin que una manta lo cubriera por completo para aislarse del mundo exterior. A los 2 años, a veces tardaba horas en dormirse —y su mamá también—, y luego se despertaba de golpe, aterrorizado por pesadillas que le hacían gritar de pánico.
Durante años, Lockwood, una enfermera partera que trabaja con un grupo de madres primerizas en su casa de Oakland, California, experimentó con toda una serie de enfoques a la hora de dormir.
De bebé, le dejaba llorar para que aprendiera a dormirse solo. A medida que crecía, se tumbaba a su lado durante horas cada noche. Finalmente, contrató a un asesor del sueño que creó otro plan que no resolvió el problema. Cuando Rex cumplió 3, Lockwood, con otro bebé en camino, estaba agotada y desesperada.
Entonces leyó sobre la melatonina, una hormona liberada por la glándula pineal que ayuda a regular el ciclo del sueño. La melatonina se vende como suplemento dietético en las farmacias y se comercializa para los niños en forma de comprimidos masticables, líquidos con sabores y gomitas. “Pensé que tal vez solo necesitaba una pequeña ayuda”, dijo Lockwood.
Lockwood contó que desde la primera noche su hijo, “se convirtió en un niño totalmente diferente”. Le dio una pastilla de melatonina y le leyó un cuento, y se durmió casi inmediatamente. “Nuestro plan era usar la melatonina durante dos semanas y dejarla”.
Seis años después, sigue tomándola todas las noches.
A lo largo de la historia, los padres han buscado el secreto para que la hora de dormir traiga tranquilidad: dormir juntos, dormir separados, la guerra de voluntades del “método Ferber”, ofrecer peluches y chupetes y leche caliente, incluso gastar $1,600 en un moisés “inteligente” que responde a los llantos del bebé con ruido blanco (tranquilo) y movimiento.
En los últimos años, los suplementos de melatonina se han convertido en una ayuda para el sueño infantil cada vez más común, que en Estados Unidos no requieren receta médica y solo están ligeramente regulados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).