Pero, ¿y si es algo más que una simple señal de alarma? ¿Y si el dolor es en sí mismo una forma de protección?, se pregunta un nuevo estudio.
La investigación, dirigida por científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, sugiere que ese podría ser el caso, por ahora en ratones, un paso previo a la investigación en seres humanos.
La investigación, publicada el 14 de octubre en Cell, muestra que las neuronas del dolor en el intestino del ratón regulan la presencia de moco protector en condiciones normales y estimulan las células intestinales para que liberen más moco durante los estados de inflamación.
El trabajo detalla los pasos de “una cascada de señales complejas, que muestra que las neuronas del dolor interactúan directamente con las células intestinales que contienen moco, conocidas como células caliciformes”.
“Resulta que el dolor puede protegernos de formas más directas que su trabajo clásico de detectar daños potenciales y enviar señales al cerebro. Nuestro trabajo muestra cómo los nervios que median el dolor en el intestino se comunican con las células epiteliales cercanas que recubren los intestinos”, dijo el investigador principal del estudio, Isaac Chiu, profesor asociado de inmunobiología en el Instituto Blavatnik de Harvard.
“Esto significa que el sistema nervioso, y su mensajero, el dolor, tienen un papel importante en el intestino más allá de darnos una sensación desagradable y que es un actor clave en el mantenimiento de la barrera intestinal y un mecanismo de protección durante la inflamación”, agregó.
El estudio explica que “nuestros intestinos y vías respiratorias están repletos de células caliciformes. Llamadas así por su apariencia de copa. Estas células contienen una mucosidad similar a un gel hecha de proteínas y azúcares que actúa como una capa protectora, que protege la superficie de los órganos de la abrasión y el daño”.