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Salud
28/04/2023

Amigdalitis: causas, prevención y cura

Amigdalitis: causas, prevención y cura
La amigdalitis es una inflamación de una o ambas amígdalas, las cuales están ubicadas en la pared lateral de la orofaringe.

Existen incontables series de afecciones que causan molestias en nuestro organismo, y en ese mundo de enfermedades presentes se encuentra la amigdalitis, la cual debe ser tratada convenientemente a tiempo porque, en caso contrario puede culminar en una intervención quirúrgica.

La amigdalitis es una inflamación de una o ambas amígdalas, las cuales están ubicadas en la pared lateral de la orofaringe y que poseen células relacionadas con la respuesta inmunológica del organismo, especialmente para la lucha en contra de diferentes infecciones.

Es necesario destacar que existen dos tipos de amigdalitis, la aguda y la crónica, los cuales tienen importantes diferencias en cuanto a los síntomas, desarrollo y tratamiento de esta enfermedad. Con respecto a la aguda es bastante común en niños pequeños e inclusive en adolescentes y jóvenes, siendo también una condición autolimitada y con evolución benigna, por lo que los riesgos no son elevados.

En cuanto a las causas de su aparición, en la aguda se da por una amplia gama de virus y bacterias, siendo los factores bacterianos mucho menos comunes que los virales. En cuanto a la crónica, la causa es el desarrollo de una infección mucho más severa y descuidada por el paciente, la cual se convierte en algo recurrente que afecta e inflama los tejidos de las amígdalas con preocupante frecuencia. Debido a la gravedad y al nivel de infección, la amigdalitis crónica suele causar faringitis.

Con respecto a la afección denominada amigdalitis aguda, la mayoría de los síntomas son lo siguientes: dolor intenso en el área más elevada de la garganta, especialmente cuando se abre la boca o se tragan alimentos sólidos y líquidos; se extiende la zona del dolor para llegar hasta los oídos.

Asimismo, en caso de que el estado de la amigdalitis resulte severa, se manifiesta a partir de disfagia, intenso dolor de cabeza, alta temperatura corporal, voz gangosa, y también pueden detectarse adenopatías cervicales con dolor, tos reiterada, potencial pérdida del habla, producción excesiva de saliva, fatiga y aparición de placas de exudado sobre los tejidos de las amígdalas. Un combo que indudable representa un peligro elevado que deberá acarrear nuestra salud, por lo cual es imprescindible la consulta inmediata con un médico.

Por otra parte, la amigdalitis crónica no se caracteriza por los síntomas de la aguda, todo lo contrario. El paciente con una situación crónica puede tener las amígdalas y los ganglios linfáticos inflamados de forma permanente sin que esto le provoque un estado de dolor o incomodidad significativo. Sin embargo, sí genera disfagia y halitosis.

En cuanto a cómo se la diagnostica, más allá del diagnóstico visual que se hace revisando la garganta del paciente, podría haber interés en conocer la naturaleza de la amigdalitis, o sea, las razones precisas detrás de su desarrollo.

Conocer el virus o la bacteria responsable de la amigdalitis del paciente resulta especialmente útil para definir un tratamiento efectivo, y esto se puede lograr con hematologías o análisis de exudado.

El tratamiento para amigdalitis aguda involucra el uso organizado de analgésicos, que reduce el dolor y mejora la fiebre por infección. Otro recurso es con medicamentos para tratar la disfagia, que permiten tragar alimentos sólidos y líquidos con más facilidad mientras la amigdalitis está presente.

Tras esta etapa donde se mejora, se aplican antibióticos y antinflamatorios, que tratan tejidos afectados. Esto se acompaña con consumo de líquidos, como agua y jugos de fruta, en especial con alta dosis de vitamina C. En los casos que las infecciones son recurrentes a pesar de los tratamientos, se recomienda su resección quirúrgica.

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