Las cáscaras de cebolla siempre suelen terminar en la basura, pero lo que muchos no saben es que esconden varios usos prácticos para el hogar, sobre todo si se secan al sol.
De esa manera, se elimina la humedad, lo que evita que se pudran y pueden guardarse durante largo tiempo.
Además, esta parte del vegetal contiene antioxidantes, flavonoides y compuestos que sirven tanto en la cocina como en el hogar.
Fertilizante para plantas: molidas o en trozos, se suman al compost o directamente a la tierra, lo que aporta nutrientes que fortalecen las raíces y ayudan al crecimiento de las plantas.
Repelente natural de insectos: al descomponerse, liberan compuestos que ahuyentan plagas, sin necesidad de usar químicos.
Limpiá las cáscaras para sacarles restos de tierra o suciedad. Secalas con un paño limpio o papel absorbente.
Extendelas en una bandeja o superficie limpia, en una sola capa, y dejalas al sol durante varias horas hasta que estén completamente secas y crujientes.
Guardalas en frascos de vidrio, bolsas de tela o recipientes herméticos en un lugar fresco y seco.
Una de las formas más conocidas y fáciles es enterrar las cáscaras trituradas directamente alrededor del tallo, a unos 2 o 3 centímetros de profundidad. También, podés hervirlas y dejarlas reposar, luego colarlas y usar el líquido para regar las plantas cada 15 días.