El anuncio supone un cambio en la estrategia militar del país sudamericano para combatir a la guerrilla izquierdista y a otros grupos armados ilegales como las bandas criminales implicadas en el narcotráfico en medio de una confrontación de casi seis décadas que ha dejado al menos 450.000 muertos.
Los bombardeos desde aviones Kfir y Super Tucano permitieron a las Fuerzas Militares propinar en los últimos años los golpes más duros a la desmovilizada guerrilla de las FARC, a las disidencias que rechazaron un acuerdo de paz del 2016, al Ejército de Liberación Nacional y al Clan del Golfo con la muerte de importantes líderes.
“Los bombardeos deben ser suspendidos, vamos a evaluar el momento específico en que como una directriz absoluta se pueda disponer, pero hacia allá es que tendemos”, dijo Velásquez en una conferencia de prensa en la que afirmó que los menores reclutados forzosamente por grupos armados ilegales son víctimas de la violencia.
“Hay que privilegiar siempre la vida sobre la muerte y no se pueden desarrollar operaciones de un lado absolutamente que pongan en peligro la población civil”, aseguró. “Por lo tanto toda acción militar que se desarrolle respecto de miembros de organizaciones armadas ilegales no puede poner en peligro la vida de estas víctimas también de la violencia”.
En los últimos años las Fuerzas Militares enfrentaron críticas de grupos de derechos humanos y de políticos por la muerte en bombardeos de menores de edad reclutados forzosamente.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien este mes asumió como el primer presidente de izquierda en la historia del país, anunció ambiciosos programas sociales para combatir el hambre, la pobreza y la desigualdad en el país de 50 millones de habitantes.