Sin embargo, los adultos, especialmente los mayores de 65 años y aquellos con afecciones del sistema inmune, crónicas, cardíacas o pulmonares, pueden contraerlo con consecuencias complejas para la salud que, en algunos casos, requieren de hospitalización. Y que pueden ser letales.
La evidencia epidemiológica indica que el impacto del VRS en los adultos mayores puede ser similar al de la influenza no pandémica. Además, se ha descubierto que este virus causa del 2% al 5% de las neumonías adquiridas en la comunidad en adultos. Las tasas de ataque en hogares de vida asistida son aproximadamente del 5% al 10% por año, con tasas significativas de neumonía (10% al 20%) y muerte (2% al 5%).
Cada invierno en los Estados Unidos, entre el 3% y el 10 % de los adultos desarrollan infecciones respiratorias asociadas con el VRS. Al igual que la influenza, estas infecciones suelen ser más graves y prolongadas que el “resfriado común”.
La incidencia de enfermedades y muertes asociadas a este virus entre adultos aumenta con la edad avanzada y la prevalencia de condiciones coexistentes, de modo que aproximadamente 1 o 2 de cada 1,000 adultos estadounidenses mayores de 65 años son hospitalizados con neumonía asociada al VRS o por la exacerbación de la enfermedad subyacente.
Este virus, cuya circulación se registró por primera vez en 1956, aparece en forma de brotes principalmente en otoño, invierno y primavera. Casi todos los niños lo han contraído al cumplir los 2 años, sin consecuencias de cuidado.
Al infectarse, tanto los más pequeños como los adultos desarrollan síntomas que no se presentan juntos como en otras infecciones, sino que pueden aparecer en forma separada entre 4 y 6 días luego de contraer el virus.