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Mundo
14/12/2022

COP15: Por qué las comunidades indígenas son vitales para salvar la biodiversidad

COP15: Por qué las comunidades indígenas son vitales para salvar la biodiversidad
Antes de la colonización europea, innumerables generaciones de pueblos indígenas de Canadá dependieron del caribú como fuente de subsistencia y como parte integral de sus prácticas culturales.

Cazar y sacrificar a este animal en temperaturas gélidas era un rito de iniciación, y los miembros de las Primeras Naciones canadienses notaron antes que nadie su grave declive.

“Fundamentalmente somos gente de caribú”, dijo a la AFP Valerie Courtois, directora de la Iniciativa de Liderazgo Indígena de Canadá.

“El caribú es lo que nos ha permitido sobrevivir y ser quienes somos”, aseveró esta integrante de la nación innu.

Hoy en día, esta especie -conocida fuera de América del Norte como reno- está en peligro de extinción en gran parte de Canadá como resultado de la destrucción generalizada de su hábitat por la tala y la construcción de carreteras y de líneas de transmisión, entre otras acciones.

Cuando delegados de todo el mundo se reúnen esta semana en la COP15 de biodiversidad en Montreal para elaborar un nuevo acuerdo que proteja la naturaleza, un programa piloto llevado adelante por un pueblo indígena resulta emblemático del valor de la gestión de estas comunidades en la protección de ecosistemas que benefician a toda la humanidad.

La mermada población de caribúes de Klinse-Za, en la Columbia Británica, fue tan abundante en otro tiempo que se los describía como “insectos en el paisaje”, pero para 2013 se había reducido a solo 38 individuos, según un estudio de marzo de 2022 publicado en Ecological Applications.

Ese año, las Primeras Naciones de West Moberly y Saulteau diseñaron un plan en el que primero sacrificaron lobos para reducir la depredación del caribú, y después construyeron espacios cercados para que las hembras dieran a luz y cuidaran sus crías.

Como resultado, el número de ejemplares de la manada se triplicó de 38 a 114.

Una vez sorteada la amenaza de extinción, las dos naciones firmaron un acuerdo en 2020 con los gobiernos de Columbia Británica y Canadá para proteger 7.900 kilómetros cuadrados de tierras para el caribú, con la esperanza de en un futuro revivir su caza tradicional.

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