Este domingo, el ministerio de Defensa de Taiwán detectó 11 buques de guerra chinos y 70 aviones alrededor de la isla, tras haber avistado otros tantos buques y 71 aviones el día anterior. Un verdadero asedio aéreo y naval, que para cualquier otra nación sería una amenaza inadmisible. Taiwán debe sin embargo tragarse su orgullo y dejar pasar la agresiva conducta de Pekín.
China considera a Taiwán una “provincia rebelde”, pese a su independencia de hecho y su robusta democracia
La retórica de Pekín bajo el presidente Xi Jinping ha empeorado en lo referido a Taiwán, pero también en cuanto a la agresiva política de ocupación de islas en disputa en el mar de China Meridional, que pese a su nombre es compartido por varias naciones. Allí hay numerosas islas cuya soberanía es reclamada por China, Filipinas, Vietnam, Indonesia, Taiwán, Malasia y Brunéi. China ha pasado al terreno de los hechos consumados ocupando islotes o incluso con la creación de islas artificiales en aguas que son reclamadas por las citadas naciones.
China considera que Taiwán, una isla-nación de 23 millones de habitantes independiente desde 1949, como una de sus provincias que aún no ha logrado reunificar con el resto de su territorio desde el final de la guerra civil china en 1949. El presidente Xi Jinping aumentó la retórica agresiva hacia Taiwán y en general hacia sus vecinos, a la vez que embarcó a China en el mayor gasto militar de su historia.
Tras la reunión el miércoles en California entre la mandataria taiwanesa Tsai Ing-wen y el presidente de la Cámara de Representantes estadounidense, Kevin McCarthy, Pekín prometió responder con dureza. China esperó al regreso de Tsai a Taiwán y el fin de la visita china del presidente francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para lanzar la operación militar. Estos ejercicios recuerdan a los hizo China en agosto de 2022 en represalia a la visita a la isla de Nancy Pelosi, la antecesora de McCarthy al frente de la Cámara de Representantes.