La felicidad se convirtió en el objetivo último por el que se construyen los valores y las prioridades y en lo único para lo que cualquier acción en pos de ella no requiere justificación. En cambio, la tristeza se anormaliza y patologiza cada vez más.
“La tristeza no suele ser agradable, pero es una emoción muy normal que suele sentirse después de una pérdida, durante un período de dolor o transición o cuando las dificultades son más importantes. Puede ser una emoción muy saludable y normativa que suele ser temporal. Sin duda, sentir tristeza puede doler, pero reprimir nuestras emociones puede ser contraproducente. La aceptación y la expresión suelen ir de la mano a la hora de afrontar un momento emocional”, Elizabeth Keohan terapeuta y miembro del Consejo de expertos en salud mental de Talkspace de EE.UU.
“Aunque suele considerarse una emoción ‘negativa’, la tristeza desempeña un papel importante a la hora de señalar la necesidad de recibir ayuda o consuelo”, explica Karen Vogel, psicóloga y psicoterapeuta, máster en Ciencias por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), Brasil. La experta señala que los desencadenantes más comunes de la tristeza suelen ser:
El rechazo (por parte de un amigo, familiar o amante).
Los finales y las despedidas o separaciones.
La enfermedad.
La muerte de un ser querido.
La pérdida de algún aspecto de la identidad (por ejemplo, durante períodos de transición en casa, en el trabajo o en etapas vitales).
La decepción por un resultado inesperado (por ejemplo, no recibir un aumento de sueldo en el trabajo cuando se esperaba).
Aunque a veces es una emoción común, los sentimientos de tristeza pueden comenzar a resultar abrumadores. Existen innumerables formas de lidiar con la tristeza, pero no todas son saludables. A veces puede resultar tentador automedicarse o utilizar otras tácticas autodestructivas para tratar de enmascarar o adormecer emociones dolorosas como la tristeza.
“Experimentamos la tristeza de manera diferente por diversas razones. Lo que pone triste a una persona puede no poner triste a otra”, relata la psicóloga Chivonna Childs, de Cleveland Clinic, EE.UU. “La tristeza también se expresa de múltiples maneras, como el ceño fruncido, las lágrimas, la mirada triste, el deseo de estar solo, el deseo de estar en silencio con alguien o puede no exteriorizarse en absoluto”.
Síntomas físicos que causa la tristeza
“La tristeza nos avisa de que una situación está siendo dañina para nosotros y nos moviliza en la búsqueda de apoyo social. Además, cuando esta tristeza se mantiene de forma persistente y con una intensidad moderada-elevada puede provocar disrupciones en el funcionamiento normalizado de nuestro organismo”, tal y como explica Marta Rojo, psicóloga clínica del Hospital Universitario de Torrejón, España.
“El cuerpo y las emociones son inseparables y es frecuente observar síntomas físicos en personas que padecen estados de tristeza sostenidos, como por ejemplo problemas gástricos, insomnio, cefaleas, cansancio o fatiga excesivos y pérdida de apetito, entre otros”, asegura.
Las virtudes de la tristeza
La tristeza no es solo un componente esencial y normal de la vida humana, sino una parte integral de una vida floreciente. Se identificaron varias virtudes de la tristeza, Hay estudios que afirman que sirve como mecanismo de protección frente a situaciones dañinas, medio para conservar recursos y energía, aumentar la precisión del juicio y la percepción y como medio para expresar cuidado, compasión y amor.
La tristeza es una importante arquitecta del cambio cognitivo, al permitir la autorreflexión de objetivos y creencias. Además, la tristeza promueve la resiliencia.
Siete estrategias para gestionar la tristeza
Aceptar y permitir sentir la tristeza. Reconocer la emoción como una parte natural de la vida en lugar de reprimirla, permitiendo que el proceso de duelo ocurra.
Buscar apoyo social. Hablar con personas de confianza o consultar un profesional para compartir emociones y obtener perspectiva.
Practicar el autocuidado. Mantener rutinas saludables como hacer ejercicio, dormir bien, y comer equilibradamente puede mejorar el estado de ánimo.
Desarrollar la resiliencia emocional. Trabajar en reestructurar pensamientos negativos y aprender de las experiencias para fortalecerse ante futuros desafíos.
Mantenerse activo. Realizar actividades que generen bienestar, como hobbies o pasatiempos, es fundamental para evitar el aislamiento.
Mindfulness y meditación. Practicar la atención plena ayuda a gestionar la tristeza, viviendo el presente sin juzgar las emociones.
Contacto con la naturaleza. Pasar tiempo al aire libre puede tener un impacto positivo en el estado de ánimo, promoviendo la calma y la reflexión.
“Todas las emociones son importantes y nos aportan información valiosa sobre nuestras vidas”, afirma La Dra. Lori Rockmore, psicóloga clínica en Short Hills. De hecho, un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology concluyó que “las personas que aceptan sus experiencias mentales en lugar de juzgarlas pueden alcanzar una mejor salud psicológica, en parte porque la aceptación les ayuda a experimentar menos emociones negativas en respuesta a los factores estresantes”.