La seguridad digital empieza por una buena gestión de contraseñas. Por eso, los especialistas recomiendan que las claves sean largas, complejas y únicas, combinando mayúsculas, minúsculas, números y caracteres especiales. Sin embargo, existe un error frecuente que puede poner en riesgo toda la información personal y financiera: usar la misma contraseña en varias cuentas.
Aunque esta práctica resulta práctica y fácil de recordar, para los ciberdelincuentes se convierte en una ventaja enorme. Cuando una contraseña queda expuesta en una filtración de datos, los hackers aplican un método llamado credential stuffing: utilizan programas automáticos para probar esa combinación de usuario y clave en diferentes servicios como bancos, redes sociales, correos electrónicos y tiendas online.
En muchos casos, si la contraseña se repite, el acceso se logra en cuestión de segundos.
Las consecuencias pueden ser devastadoras:
Acceso a tus redes sociales, con el riesgo de suplantación de identidad o difusión de estafas.
Robo de fondos bancarios, compras no autorizadas o transferencias fraudulentas.
Exposición de datos personales sensibles, con posibilidad de extorsión o venta en la web oscura.
Para reducir riesgos, los expertos recomiendan tres medidas clave:
No reutilizar contraseñas: cada cuenta debe tener una clave distinta y robusta.
Usar gestores de contraseñas como LastPass o 1Password, que crean y almacenan contraseñas seguras.
Activar la autenticación en dos pasos (2FA), que agrega una capa adicional de seguridad más allá de la contraseña.
En definitiva, la comodidad de usar siempre la misma clave puede salir muy cara. Reforzar la seguridad digital con hábitos simples es la mejor manera de proteger tu identidad, tu dinero y tu información en internet.