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Salud
19/06/2025 | Hace 4 horas

El impacto del COVID en el cerebro: detectan atrofia leve y cambios estructurales después de la infección

El impacto del COVID en el cerebro: detectan atrofia leve y cambios estructurales después de la infección
Investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín encontraron alteraciones en zonas vinculadas a las funciones ejecutivas y la atención en pacientes con síntomas persistentes. Los efectos fueron mayores en los no vacunados

Cinco años después del inicio de la pandemia, los científicos siguen investigando cómo la infección por SARS-CoV-2 puede dejar secuelas temporales y duraderas en el cerebro, incluso en personas que cursaron cuadros leves o moderados de la enfermedad.

Los investigadores quieren indagar y categorizar el impacto en una enorme parte de la población global —unas 400 millones de personas— que, tras la infección por COVID-19, desarrolló síntomas persistentes como fatiga, niebla mental, dolores musculares, falta de aire o problemas de memoria y atención.

Aunque estos efectos son conocidos desde las primeras etapas de la pandemia, su origen neurológico aún no se comprende del todo y no existen aún marcadores clínicos que permitan identificarlos con claridad.

En este contexto, un grupo de científicos del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) comenzaron en 2023 una investigación para evaluar si el COVID prolongado está asociado con cambios cerebrales específicos.

En diálogo con Infobae, Martín Belzunce, investigador del Conicet y coordinador del estudio desde la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM explicó: “Estudiamos pacientes con síntomas persistentes tras el COVID-19 a través de neuroimágenes y evaluaciones cognitivas, esa fue la primera etapa del trabajo, cuyos resultados fueron publicados en la revista BMC Neurology”.

Belzunce señaló que las neuroimágenes mostraron “atrofia leve y cambios estructurales en el cerebro” de las personas que sufrieron Covid prolongado, y esas modificaciones fueron más marcadas entre los no vacunados.

Imágenes cerebrales y síntomas persistentes

La primera etapa del proyecto fue publicada en la revista BMC Neurology con el título “Impacto cognitivo y cambios estructurales cerebrales en pacientes con long COVID: un estudio transversal con resonancia magnética realizado dos años después de la infección en una cohorte de Argentina”.

“Analizamos imágenes estructurales del cerebro —la materia gris, donde están las neuronas, y la materia blanca— para estimar el volumen y el espesor de la corteza cerebral”, detalló.

Según indicó, ese tipo de análisis permite detectar signos tempranos asociados a enfermedades neurodegenerativas. “Observamos atrofia leve y cambios estructurales, aunque eso no implica necesariamente que haya una asociación con una enfermedad neurodegenerativa. Su impacto aún debe investigarse más”, advirtió.

El trabajo, encabezado por Belzunce, se basó en el análisis de imágenes cerebrales obtenidas mediante resonancia magnética estructural en 137 personas, de las cuales 109 reportaban síntomas persistentes.

En el aspecto cognitivo, Belzunce señaló que “no encontramos diferencias marcadas, salvo una leve disminución en una prueba específica de velocidad de ejecución”.

El estudio incluyó a personas con síntomas persistentes durante más de tres meses, residentes en el partido de San Martín, que se inscribieron voluntariamente a través de un formulario del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. “Reclutamos personas vacunadas y no vacunadas. La mayoría de quienes manifestaban quejas cognitivas no estaban vacunados al momento de infectarse”, sostuvo.

Aunque los tests cognitivos aplicados —como el Trail Making Test y otras escalas neuropsicológicas— no revelaron diferencias contundentes entre los grupos, las imágenes cerebrales sí mostraron atrofia en áreas como el cerebelo, el giro lingual y el precúneo.

El estudio observó, además, una reducción significativa del grosor cortical en las circunvoluciones postcentrales, regiones que también se ven afectadas en enfermedades como el Alzheimer.

Según los autores, “el patrón general de reducción sugiere una tendencia clara”, incluso si no todas las regiones alcanzaron significación estadística tras los controles múltiples. Y advierten que “estas alteraciones estructurales pueden reflejar efectos sistémicos más amplios más allá de la función cognitiva únicamente”.

“Dos años después de la infección, las personas con síntomas prolongados continúan experimentando una amplia gama de síntomas, una calidad de vida significativamente afectada y signos leves de atrofia cerebral”, señalaron los investigadores en la publicación.

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