Los corales egipcios, una de las principales atracciones para los turistas y el hábitat de los viveros de peces, bordean ciudades costeras como Hurghada, Marsa Alam y Sharm el-Sheikh, donde se celebra la conferencia de la ONU del 6 al 18 de noviembre.
Estos arrecifes del Mar Rojo, que representan alrededor del 5% de la cubierta de arrecifes mundial, contienen la mayor diversidad de especies fuera del sudeste asiático.
No obstante, muchos arrecifes enfrentan una “crisis existencial”, con una pérdida del 14% entre 2009 y 2018, ya que el cambio climático calienta la superficie del océano y aumenta la acidificación, mientras el desarrollo humano impulsa el turismo, la sobrepesca y la construcción costera que puede ensuciar las aguas, según la Red Mundial de Vigilancia de Arrecifes de Coral.
Como invertebrados, los corales segregan carbonato de calcio para construir sus esqueletos protectores, donde las algas se instalan, dando a los corales un color brillante y proporcionándoles energía.
Sin embargo, los corales también son sensibles a la temperatura, y un cambio de tan sólo 1-2 grados centígrados puede hacer que expulsen sus algas, dejando atrás los esqueletos blancos que se ven en los eventos de “blanqueo”.
Hasta ahora, los corales egipcios parecen adaptarse mejor que los de otros lugares y sufren menos el blanqueamiento, afirma el biólogo marino Mahmoud Hassan Hanafy, de la Universidad de Suez.
Esto puede deberse a que se han acostumbrado a las grandes oscilaciones de temperatura debidas a los cambios estacionales en los golfos de Áqaba y Suez. También podría ser que las corrientes de agua estén limitando el impacto del calentamiento en la zona, dijo.
“Tenemos en Egipto unos arrecifes de coral que serán de los últimos que queden en el mundo, lo que significa que será una esperanza para la humanidad que un ecosistema único como este siga vivo”, dijo Hanafy.