El fútbol es un deporte de ánimos. Quien diría que Banfield, que se fue insultado y silbado por algunos hinchas al cabo de los primeros 45 minutos, terminaría el encuentro ante Estudiantes revoleando las banderas y aplaudiendo a sus players después de una hazaña totalmente inesperada. La tarde en el Florencio Sola se podría dividir en dos capítulos.

El primero fue todo de Estudiantes que, con pibes y varios suplentes en vistas de lo que será el desquite ante Cerro Porteño el próximo miércoles por Copa Libertadores, fue mucho más que los de Troglio. Con Ascacibar y Sosa como eje central, el Pincha se fue 2-0 al entretiempo con dos golazos. El primero de Santiago Arzamendia, que metió un zurdazo infernal para el 1-0, mientras que Román Gómez, uno de los pibes, puso el 2-0 tras un jugadón colectivo de los de Eduardo Domínguez. Allí, Banfield era un actor de reparto. Pero la trama cambiaría totalmente.

Antes del inicio del complemento, Eduardo Domínguez sacó a Ascacibar, una decisión que puede sonar lógica pensando en la Copa, pero que fue un mensaje de relax en un partido que parecía totalmente líquidado. Y Banfield captó el mensaje, en 20 minutos, el Taladro se puso 3-2 con goles de Rodrigo Auzmendi, Lautaro Ríos y Martín Rio. Claro, lo que llama la atención es que todos los tantos fueron con centros al área de un Estudiantes que marcaba mal y al que los cambios lo desmejoraron notablemente, algo por lo que deberá hacer autocrítica el entrenador, al que no se le entendió el ingreso de Funes Mori, un nombre que recorre las penumbras desde su arribo a La Plata a comienzos del 2025.

Habrá que ver cómo afecta a Estudiantes un golpe que, si bien llega en un contexto ganador luego de superar la crisis que casi detona todo puertas adentro, lo cierto es que las formas dan para pensar en cómo se le escapó semejante partido. Por su parte, Banfield metió un triunfazo para sumar de a tres y tomar aire para escaparse de la zona baja de la tabla anual.