En una reunión con el Consejo de Seguridad, Lyons dijo que “hay que encontrar un modus vivendi -y rápidamente- que permita que el dinero fluya a Afganistán para evitar un colapso total de la economía y el orden social”.
“También nos preocupa que pese a las numerosas declaraciones que otorgan amnistías generales al personal de la ANDSF y a quienes trabajaron como funcionarios públicos, hay alegaciones creíbles de asesinatos en represalia”, señaló, refiriéndose al colapso de las Fuerzas de Seguridad y Defensa Nacional afganas respaldadas por Occidente.
Lyons dijo que la falta de flujo de dinero, habría “una grave recesión económica que podría arrojar a muchos más millones de personas a la pobreza y el hambre, puede generar una oleada masiva de refugiados de Afganistán y, de hecho, hacer retroceder a Afganistán durante generaciones”.
Más temprano, la directora para Asia-Pacífico del Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), Kanni Wignaraja, aseguró que Afganistán corre el riesgo de sumirse aún más en la pobreza y pidió “una acción urgente” a la comunidad internacional.
En la actualidad, el 72% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza (con menos de un dólar al día) y esta tasa podría aumentar a 97% a mediados del próximo año, declaró en una rueda de prensa.
“Nos enfrentamos a un colapso total del desarrollo, además de las crisis humanitarias y económicas” que están afectando a Afganistán, dijo.
Para el PNUD, las razones de esta alarmante situación provienen de la pandemia de covid-19 y la transición política, en un contexto de congelación de las reservas de divisas, aumento de la presión sobre el sistema bancario y aumento de la pobreza.