Aunque funcionarios de la Organización Mundial de la Salud advirtieron de que era demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas, mientras la cepa se sigue extendiendo por todo el mundo.
A pocos días de la segunda Navidad en pandemia, varios países impusieron nuevas restricciones a sus ciudadanos, preocupados por el daño que la variante podría infligir a sus economías.
Los planes para las fiestas y celebraciones navideñas se anulaban desde Londres hasta Nueva Delhi en un contexto de incertidumbre.
Ómicron se detectó por primera vez el mes pasado en el sur de África y en Hong Kong. Los datos preliminares indicaron que era más resistente a las vacunas desarrolladas antes de su aparición.
Sin embargo, un estudio del Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles (NICD) de Sudáfrica sugirió que los infectados por ómicron tenían muchas menos probabilidades de acabar en el hospital que los de la cepa delta.
Los casos de COVID-19 también parecen haber alcanzado su punto máximo en la provincia sudafricana de Gauteng, la región en la que ómicron apareció por primera vez, dijo.
El estudio, que no ha sido revisado por pares, comparó los datos sudafricanos de ómicron de octubre y noviembre con los de delta entre abril y noviembre.
“En Sudáfrica, esta es la epidemiología: ómicron tiene un comportamiento menos grave”, dijo la profesora Cheryl Cohen, del NICD.
“De manera convincente, en conjunto, nuestros datos sugieren una historia positiva de una gravedad reducida de ómicron en comparación con otras variantes”.
Sin embargo, la directora técnica de la OMS para el COVID-19, Maria van Kerkhove, dijo que la agencia de la ONU no tenía suficiente información para sacar conclusiones definitivas sobre la gravedad de ómicron.
Los datos eran todavía “confusos”, ya que los países informaban de su llegada y propagación, dijo en una reunión en Ginebra.