Una familia de tres miembros de la localidad de Los Llanos de Aridane, amenazada por la lava que se acerca a la costa, se apresuró a cargar una furgoneta Toyota con colchones, una nevera, una lavadora y bolsas llenas de ropa.
Los residentes de Los Llanos de Aridane tuvieron una hora para hacer las maletas y huir, una escena que se repite en La Palma, en las Islas Canarias, desde que el volcán entró en erupción el domingo, obligando a 6.000 personas a evacuar. Al menos 166 casas han sido destruidas hasta el momento.
El líder regional, Ángel Víctor Torres, dijo que los servicios de emergencia no podían hacer nada para detener el avance “inexorable” de la lava hacia el mar y que consumiría más casas, iglesias y terrenos agrícolas.
Aunque el daño total es difícil de predecir, dijo que superaría con creces el umbral de 400 millones de euros necesario para recibir ayuda de la Unión Europea.
Las autoridades han advertido de que, al llegar al mar, la lava podría crear una nube de gases tóxicos y posiblemente explosiones al enfriarse rápidamente la roca fundida.
Las autoridades marítimas mantenían cerrada una zona de tres kilómetros náuticos frente a la costa como medida de precaución “para evitar curiosos en barcos y evitar que estos gases puedan afectar a la población”, dijo el jefe del consejo insular, Mariano Hernández, a la emisora de radio Cadena SER.
Instó a la gente a mantenerse alejada. El derrumbe de una carretera dificultó en parte la evacuación el lunes.
Inicialmente se esperaba que la corriente de lava llegara a la costa el lunes, pero ahora avanza más lentamente. Más personas tuvieron que ser evacuadas a última hora del lunes y a primera hora del martes después de que una nueva corriente de lava empezara a fluir desde otra grieta en la ladera del volcán Cumbre Vieja.