Muchas personas tienen claro quiénes son y qué desean en la vida, pero para otros, ese entendimiento no es tan fácil de alcanzar. En este sentido, el focusing se presenta como una herramienta valiosa para el autoconocimiento y el crecimiento personal. Esta técnica, desarrollada por el filósofo y psicólogo estadounidense Eugene Gendlin en la década de 1960, invita a las personas a escuchar sus sensaciones corporales y a utilizar esas percepciones como un puente para comprenderse mejor.
Según explica Ana Isabel Sanz, especialista del departamento de Psiquiatría del Centro de Rehabilitación Dionisia Plaza de Madrid, el focusing se basa en la conexión con las sensaciones internas del cuerpo. “Es un proceso que se enfoca en el cambio de las personas, a partir del encuentro con sus sensaciones internas”, señala Sanz, quien destaca la importancia de este enfoque corporal.
Lo que diferencia al focusing de otras técnicas de autoconocimiento es su enfoque en lo que el cuerpo tiene para decir. “A veces, la mente interrumpe constantemente, pero el focusing da micrófono al cuerpo, que suele tener cosas importantes que compartir”, afirma la experta. A través de esta técnica, las personas aprenden a poner atención a lo que sienten físicamente, incluso cuando las sensaciones son difusas o confusas. Esta escucha consciente permite acceder a un significado más profundo y una mayor comprensión de uno mismo.
El focusing es descrito por Sanz como una especie de terapia emocional que pone énfasis en las sensaciones corporales. “Este enfoque es especialmente útil en los tiempos actuales, donde las personas suelen estar desconectadas de su propio cuerpo debido al ritmo frenético de la vida moderna”, explica. Al contrario de otras terapias, que parten de procesos de razonamiento o discursos verbales, el focusing invita a las personas a comenzar desde la percepción directa de sus sensaciones corporales.
Estas sensaciones, que pueden ser descritas como cosquilleos, nudos o pesadez, suelen ser interpretadas de manera borrosa al principio. “El focusing enseña a traducir esas sensaciones en palabras, imágenes o metáforas, ayudando a darles sentido sin sentirse abrumado”, comenta Sanz. Este proceso de escuchar y darle forma a lo que se denomina “sensación sentida” permite a la persona comprender sus emociones y las experiencias que a menudo son difíciles de poner en palabras.
Los beneficios del focusing son amplios y van más allá del autoconocimiento. Practicar esta técnica regularmente puede mejorar la claridad mental, aumentar la capacidad para tomar decisiones y establecer metas claras, y favorecer una mayor conexión emocional con los demás. Además, ayuda a enfrentar situaciones estresantes de manera más efectiva y promueve el bienestar general.
“Cualquier persona puede incorporar el focusing en su vida cotidiana, empezando por dedicar un momento tranquilo a conectar con las sensaciones del cuerpo y buscar un sentido vinculado a su experiencia vital”, señala Sanz. Si bien la práctica inicial puede ser sencilla, los beneficios del focusing son aún más significativos cuando se realiza de manera guiada y sistematizada, bajo la supervisión de profesionales capacitados.