La pregunta clave es ¿son consecuencia de un resfriado común o son producto de algo que puede ser más serio, como la gripe? Aquí repasamos las características y tratamientos de ambas afecciones para que aprendas a diferenciarlas.
¿Qué es la gripe?
La gripe es una infección viral contagiosa que ataca el sistema respiratorio, incluyendo nariz, garganta, bronquios y pulmones. Puede ser provocada por tres tipos de virus de la influenza A, B y C.
Este virus puede causar una enfermedad leve o grave y en ocasiones puede llevar a la muerte.
En EE. UU. la actividad de la influenza suele aumentar entre octubre y noviembre y generalmente alcanza su pico máximo entre diciembre y febrero, extendiéndose algunas veces hasta mayo.
Síntomas de gripe
Entre los síntomas más comunes de la gripe se encuentran:
Fiebre.
Escalofríos.
Tos seca.
Dolor de cabeza, garganta, muscular o corporal.
Cansancio.
Sensación de malestar general.
Congestión o secreción nasal.
Estornudos.
Ojos llorosos.
Náuseas y vómitos.
Cómo fortalecer el sistema inmune y evitar la gripe
Para prevenir la gripe, las personas deben vacunarse todos los años, a partir de los seis meses de edad. La frecuencia está relacionada con las nuevas cepas que se descubren y se agregan a las vacunas.
En caso de contraer la gripe, las personas que están vacunadas sufrirán la enfermedad en forma mucho más leve.
La mayoría de los expertos considera que los virus de la influenza se transmiten principalmente a través de las pequeñas gotas que se producen cuando las personas enfermas tosen, estornudan o hablan. Estas gotitas pueden caer en la boca o en la nariz de las personas que se encuentran cerca.