A la hora de elegir huevos en el supermercado, una de las primeras características que llama la atención es el color de la cáscara: algunos son blancos, mientras que otros son marrones. Esto despierta una pregunta común entre los consumidores: ¿existen diferencias en cuanto al sabor, los nutrientes o la calidad?
Según el experto Ken Klippen, presidente de la National Association of Egg Farmers, la única diferencia real radica en el color de la cáscara. La razón es simple: el tono depende del tipo de gallina que pone el huevo, según explica el especialista. Las de plumaje oscuro suelen producir huevos marrones, mientras que las gallinas de plumas blancas o claras ponen huevos blancos. Sin embargo, tanto el sabor como el valor nutricional es el mismo.
El proceso de producción de ambos tipos de huevos es idéntico hasta cierto punto: se forman cuando la yema pasa por el oviducto, donde se agregan las capas de clara y cáscara. Sin embargo, en el caso de los huevos marrones, se añade un pigmento llamado protoporfirina IX, que les otorga su característico color. Esta es la única diferencia entre ambos tipos.
Aunque el color de la cáscara es diferente, esta no afecta al sabor o la calidad nutricional del huevo. Por lo tanto, no hay diferencias en los niveles de proteínas, vitaminas o minerales, a menos que se hayan enriquecido o provengan de gallinas con dietas específicas.
¿Cuál es mejor comprar, los huevos blancos o marrones?
Es importante considerar otros factores al momento de elegir qué huevos comprar. Más allá del color de la cáscara, el método de producción y la alimentación de las gallinas pueden influir en el valor nutricional del huevo. Por ejemplo, los huevos enriquecidos en omega-3 provienen de gallinas alimentadas con linaza, y contienen más de estos ácidos grasos, aunque aún en menor proporción que el pescado. Estos pequeños detalles pueden hacer la diferencia para consumidores preocupados por ciertos aspectos de la dieta.
Existen diferentes tipos de huevos en el mercado, como los de corral, los orgánicos, los enriquecidos con omega-3 y los de gallinas “felices”, donde no se utilizan jaulas. Todos se distinguen por la forma en que se crían las gallinas. Los de corral, por ejemplo, provienen de gallinas con acceso al aire libre y una dieta natural, lo que, según algunos estudios, podría influir en el sabor y la textura de los huevos.
La frescura es también un factor a considerar. Según Klippen, los huevos frescos tienen una textura más esponjosa y conservan mejor su forma al cocinarlos, mientras que los huevos más viejos tienden a desinflarse.
Entonces, ¿cuál es mejor comprar? Todo depende de tus preferencias y necesidades. Si buscás mayor contenido de omega-3, los huevos enriquecidos podrían ser una opción. Si preferís productos orgánicos, los huevos de gallinas alimentadas con una dieta sin conservantes serían ideales. Sin embargo, si solo te importa el sabor y el valor nutricional estándar, los huevos marrones y blancos son equivalentes.