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03/06/2021

INTA Famaillá participa en tres de los proyectos aprobados de lucha contra el hambre

En el marco del Programa “Ciencia y Tecnología contra el Hambre” –impulsado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT) junto al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales-,

El objetivo de la convocatoria fue impulsar y fortalecer la integración del conocimiento y de los desarrollos tecnológicos y sociales vinculados a soluciones para el acceso a la alimentación y al agua segura, así como al abordaje de la vulnerabilidad socio-ambiental, a la planificación nacional y local de las acciones comprendidas en el Plan Nacional “Argentina contra el Hambre”. De este modo, apunta a contribuir desde el sector científico-tecnológico con las acciones públicas que busquen revertir problemáticas como la malnutrición infantil, la emergencia alimentaria y la pobreza en todo el territorio nacional.

Con esa propuesta, a nivel nacional se presentaron 451 iniciativas de grupos de investigación y desarrollo de CONICET (103), INTA (43), INTI (11), INA (3), CITEDEF (3), CIC (3), CNEA (1), 51 Universidades Nacionales (247 proyectos) y 13 Universidades Privadas (17), entre otras instituciones.

Al finalizar la convocatoria, fueron seleccionados 147 proyectos por un total de 915 millones de pesos en todo el país. Uno de ellos es el de “Producción y agregado de valor de quínoa para consumo directo y harinas, destinados a la alimentación de alto valor nutricional”, que recibirá financiamiento por $12.249.666,99 y es encabezado por los Dres. Luis Erazzú del INTA Famaillá y Juan González de la Fundación Miguel Lillo.

El trabajo sobre el uso de la quinua como alimento de alto valor nutricional, que lleva adelante la Fundación Miguel Lillo desde 1989, y en alianza con el INTA Famaillá desde 2010, ha cubierto varias etapas: investigación básica en laboratorio, invernaderos y campo. Sus objetivos principales son dos: primero, la producción de granos para consumo y la promoción de tres genotipos de quínoa de diferentes orígenes; segundo, la instalación de dos plantas de agregado de valor en la zona de alta montaña y la llanura salina tucumana. Incluye el procesamiento post-cosecha (trilla, clasificación y desaponificación) de los granos de la variedad CICA para consumo y producción, en el futuro, de harinas para ser utilizadas en panes, galletas, fideos y jugos, entre otros. Se trata de un “modelo de escalamiento” para mejorar la nutrición y producción de agricultores familiares en diferentes territorios, con énfasis en el NOA y el Oeste Andino.

Lo que propone el proyecto es la caracterización nutricional (granos y harinas) de tres variedades/poblaciones que ya se han cultivado con éxito en la zona de Amaicha del Valle y Leales. Así, en un plazo de un año, se dispondría de una mayor oferta para una mejor selección según el uso que se pretenda con los granos.

La variedad CICA, originaria de Perú, es cultivada en Amaicha del Valle desde hace unos 15 años. De ella se conoce la composición proteica, concentración de aminoácidos, lípidos y minerales, por lo que es posible abordar la obtención de harina desde el comienzo para avanzar paulatinamente hacia otros productos y hasta la fabricación de una barra energética.

Dentro de la propuesta, se prevé mantener una participación activa de los productores familiares de Amaicha del Valle y Leales, enfatizando la participación de mujeres y jóvenes. Con los aportes del proyecto, se espera lograr la compra de las maquinarias faltantes (desaponificadora, clasificadora), molino para la obtención de harinas, envasadora y otras herramientas con motor para los cultivos. Se pueden adquirir en el país e instalar en un lapso de tiempo breve en el lugar de producción. 

Otro de los proyectos en el que participa el INTA Famaillá es el denominado “Aumento de la producción de cultivos regionales por tratamiento mecánico adaptado a la agricultura familiar, cooperativas y pequeños productores”, coordinado por la Dra. Raquel Chan del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (CONICET-UNL) de la provincia de Santa Fe, con un monto asignado de $9.900.000. El trabajo cuenta con la participación de investigadores de los Grupos de Trabajo Frutihorticultura-Flores y Cultivos Industriales de la EEA Famaillá; además, de investigadoras de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la UNT y la Fundación Miguel Lillo.

La tecnología que propone desarrollar el proyecto es un proceso que consiste en la aplicación manual, y por un corto período de tiempo, de un dispositivo de sobrecarga mecánica (DSM) sobre el ápice del tallo de especies vegetales. Este tratamiento mecánico induce cambios morfológicos, fisiológicos y metabólicos que se traducen en incrementos significativos de rendimiento. En una primera instancia se desarrollará con tres cultivos: chía, quínoa y tomate.

La finalidad es transferir este desarrollo o tecnología en forma libre y gratuita a los productores de cultivos en escala pequeña y/o familiar. Si bien el proyecto se llevará adelante con productores de las regiones de Santa Fe y Tucumán, ésta se considera una primera instancia necesaria para el desarrollo de la tecnología. De resultar exitosa, se ampliará la comunidad beneficiaria a productores pequeños y agricultores familiares de otras provincias a través de capacitaciones.

De esta manera, el proyecto incluye: (i) el diseño y fabricación de un dispositivo de sobrecarga mecánica; (ii) pruebas de concepto en cámaras de crecimiento; (iii) pruebas a campo para los tres cultivos; (iv) determinación de la calidad nutricional de los productos obtenidos; y (v) jornadas de capacitación presenciales y virtuales para agricultores y cooperativas del trabajo social o de la agricultura familiar que resulten interesados.

Por último, la Institución forma parte del proyecto “Aprovechamiento de algarrobos de los valles calchaquíes para promover la soberanía y seguridad alimentaria y la bioeconomia local y regional”, a cargo de la Dra. María Inés Isla de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) por un monto de $2.000.000. El objetivo es desarrollar un protocolo de producción sustentable de harinas de vainas de algarrobo de los valles integrando mesocarpo y semillas, las dos partes que componen la vaina, aprovechando íntegramente la semilla. Y, así, obtener un producto certificado por su calidad y denominación de origen, que ayude a paliar deficiencias nutricionales en la población y a disminuir trastornos como la diabetes, obesidad e hipertensión.

El INTA Famaillá aportará la asistencia técnica para la producción de los plantines, a través de agentes pertenecientes al Grupo de Agroindustrias, Agregado de Valor, Mercados y Socioeconomía y la UEyEA Valles Calchaquíes. “Para dar sostenibilidad a la producción se hace necesario el enriquecimiento del bosque de algarrobos, para lo cual se prevé la producción de plantines a partir de la práctica de vivero comunitario, supervisada por especialistas del INTA”, indicó la Dra. Isla (INBIOFIV, CONICET-UNT).

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