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Salud
07/12/2022

La culebrilla puede aumentar el riesgo de ataque cardíaco y cerebral

La culebrilla puede aumentar el riesgo de ataque cardíaco y cerebral
Un nuevo estudio demostró que la culebrilla, también conocida como herpes zóster, está asociada con casi un 30% más de riesgo a largo plazo de un evento cardiovascular importante como un derrame cerebral o un ataque al corazón.

Este riesgo podia persistir incluso hasta 12 años después de la infección, reveló el trabajo. Los resultados se publicaron en el Journal of the American Heart Association.

“Nuestros hallazgos sugieren que el herpes zóster tiene implicaciones a largo plazo y resaltan la importancia de los esfuerzos de salud pública para la prevención”, dijo la doctora Sharon Curhan, autora principal y epidemióloga en el Brigham and Women’s Hospital de Boston.

“Dado el creciente número de estadounidenses en riesgo de contraer esta enfermedad dolorosa y a menudo incapacitante y la disponibilidad de una vacuna eficaz, la vacunación contra la culebrilla podría brindar una valiosa oportunidad para reducir la carga de la culebrilla y reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares posteriores”, agregó Curhan.

Aproximadamente 1 de cada 3 personas desarrollará herpes zóster en su vida, y se proyectan más casos a medida que la población envejece y más personas tienen inmunidad comprometida debido a una enfermedad o al uso de medicamentos.

La culebrilla a menudo causa una erupción dolorosa y puede ocurrir en cualquier parte de la cabeza o el cuerpo. La culebrilla es causada por el virus varicela zoster, el mismo virus que causa la varicela. Después de que una persona tiene varicela, el virus permanece en su cuerpo por el resto de su vida.

Años e incluso décadas después, el virus puede reactivarse como culebrilla. Casi todas las personas de 50 años o más en los Estados Unidos se han infectado con el virus de la varicela y, por lo tanto, corren el riesgo de que sus organismos reactiven el herpes zóster.

Todo aquél que haya padecido varicela tiene el virus latente en su cuerpo, que se mantiene “escondido” en los ganglios nerviosos después que la persona se curó.

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