La acción ocurrió tras meses de bloqueo y disputas que enfrentaron al primer ministro Hichem Mechichi y a un parlamento fragmentado, mientras Túnez se sumía en una crisis económica agravada por la pandemia del COVID-19.
La medida podría provocar una confrontación desestabilizadora entre el presidente respaldado por el Ejército, que es visto como un extraño, y los grupos que dicen que el paso es antidemocrático, incluidos los islamistas que fueron reprimidos durante décadas hasta la revuelta tunecina de 2011 que desencadenó la “primavera árabe”.
En un comunicado publicado a última hora del domingo, Saied invocó los poderes de emergencia previstos en el artículo 18 de la Constitución para destituir a Mechichi y suspender el Parlamento durante 30 días, afirmando que gobernaría junto a un nuevo primer ministro.
Saeid rechazó las acusaciones de golpe de Estado
Grandes multitudes salieron a las calles en su apoyo, reflejando el enfado con el partido islamista moderado Ennahda -el mayor del Parlamento- y con el gobierno por la economía, que se contrajo un 8% el año pasado después de que la pandemia afectó al sector turístico.
Ennahda, que ha formado parte de sucesivas coaliciones, y otros partidos dijeron que las acciones de Saied violaban la Constitución.
El presidente del Parlamento, Rached Ghannouchi, jefe de Ennahda, lo condenó como un asalto a la democracia e instó a los tunecinos a salir a la calle en señal de oposición.
“Kais Saied está arrastrando al país a la catástrofe”, declaró Ghannouchi a la emisora estatal turca TRT Arabi.
Los soldados que rodean el Parlamento impidieron a Ghannouchi entrar en el edificio el lunes por la mañana, donde había dicho que convocaría una sesión en desafío a Saied.