La historia de Gilles Bouhours, un niño nacido en Francia el 27 de noviembre de 1944, día de la fiesta de la Medalla Milagrosa, se ha convertido en un testimonio poco difundido en el mundo de habla hispana. Sus biógrafos relatan que, tras varias noches en grave estado de salud, despertó sin fiebre ni problemas respiratorios, como si estuviera destinado a una misión especial.
El 30 de septiembre de 1947, Gilles afirmó haber tenido su primera visión de la Virgen: “La Santísima Virgen tenía un vestido blanco, la cabeza cubierta con un velo amarillo”, relató. Al año siguiente, el 15 de agosto de 1948, describió otra aparición en la que vio a San Miguel Arcángel enfrentando al demonio, y nuevamente a la Virgen, esta vez “vestida de azul pero sin velo”.
El secreto para el Papa
El 13 de diciembre de 1948, Gilles aseguró a su padre que la Virgen le había confiado un mensaje que debía ser transmitido únicamente al Papa, en aquel entonces Pío XII. Ante las dudas de su familia, el niño insistió en que la Virgen le había dicho que no debían preocuparse por los gastos del viaje, ya que todo se solucionaría.
La familia partió a Roma y obtuvo una audiencia en 1949. Sin embargo, al notar que no era privada, Gilles se negó a revelar el mensaje. Recién el 1 de mayo de 1950, en una nueva audiencia privada con Pío XII, el pequeño pidió quedarse a solas con el Pontífice. Fue entonces cuando transmitió la frase:
“La Santísima Virgen María no está muerta, ella ascendió al cielo con su cuerpo y alma”.
El Papa, que había pedido una señal divina para confirmar la proclamación del dogma, se conmovió profundamente. Ese mismo año, el 1 de noviembre de 1950, Pío XII promulgó la constitución apostólica Munificentissimus Deus, donde definió el dogma de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al cielo.
El final de Gilles
El 15 de agosto de 1958, según Gilles, la Virgen se le apareció por última vez. Poco después, su salud comenzó a debilitarse. Falleció el 26 de febrero de 1960, a la edad de 15 años, tras una breve enfermedad de apenas 48 horas.
En su tumba, ubicada en la aldea Selhan, en el Alto Garona – Montréjeau, puede leerse una de sus frases más significativas:
“Amad a Dios y a la Santísima Virgen. Ofrecedles todos vuestros sufrimientos. Y así recobraréis la paz del alma”.