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Sociedad
07/09/2021

La prueba de que los nazis intentaron desarrollar su bomba atómica

La prueba de que los nazis intentaron desarrollar su bomba atómica
Claro que en el caso del cubo de la foto, formado por cierto por metal de uranio, cuando hablo de villanos no me refiero a personajes de cómic como Cráneo Rojo, sino al mismísimo Adolf Hitler.

Al ver el pequeño cubo azulado de la imagen superior, de unos cinco centímetros de lado, los seguidores del universo cinematográfico de Marvel podrían creer que se trata de una copia barata del Teseracto. Si así lo fuera obviamente no estaría hablando de él en un blog de ciencia, aunque hay que reconocer que tiene algo en común con este objeto de ficción, y es que nos hayamos ante un objeto de poder del que los “villanos” intentaron obtener energía destructiva infinita. Claro que en el caso del cubo de la foto, formado por cierto por metal de uranio, cuando hablo de villanos no me refiero a personajes de cómic como Cráneo Rojo, sino al mismísimo Adolf Hitler.

El objeto, llegó a manos del físico Timothy Koeth (profesor asociado de investigación en la Universidad de Maryland) en verano de 2013, como regalo de cumpleaños. Lo primero que le llamó la atención al sostenerlo en las manos fue lo pesado que era, a pesar de su pequeño tamaño. Además del extraño “teseracto” de casi 2,5 kilogramos, el paquete de regalo contenía una nota que aclaraba que el cubo había formado parte del reactor nuclear que los científicos alemanes, con el mismísimo Heisemberg a la cabeza, habían intentado construir sin éxito durante la Segunda Guerra Mundial (SGM).

Tras hacer varias averiguaciones, Koeth descubrió que el objeto tenía un interés histórico excepcional, y que existían al menos 10 más de esos cubos en los Estados Unidos. Uno estaba en manos del Laboratorio Nacional Pacific Northest (PNNL), otro en el Museo Smithsonian, otro en la Universidad de Harvard y el resto en poder de coleccionistas privados. ¿Cuántos hubo en total originalmente? Los papeles que se recuperaron tras la SGM hablan de un total de 664 cubos de uranio metálico, con los que tres grupos de investigadores nazis trabajaron simultáneamente en Berlín, Gottow y Leipzig.

Pero comencemos por el principio. Mientras los estadounidenses llevaban a cabo el Proyecto Manhattan, persistía la sospecha de que los nazis no solo estaban haciendo lo mismo, intentar fabricar la primera bomba atómica, sino que además los alemanes llevaban ventaja. En efecto, los germanos habían comenzado dos años antes a buscar el arma definitiva, aunque por fortuna para el mundo, la rivalidad entre los ideólogos del proyecto, la competición por acceder a unos recursos finitos, y una gestión científica poco eficiente, retrasó una y otra vez el objetivo, hasta que finalmente la guerra acabó con el resultado que todos conocemos.

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