Viajar es una excelente oportunidad para desconectar, relajarse y revitalizarse. No obstante, la prevención y la planificación son esenciales para evitar complicaciones cardiovasculares durante el viaje.
Con los cuidados adecuados, es posible disfrutar de una travesía segura y agradable, permitiendo que el corazón también se recargue mientras se exploran nuevos destinos.
El acto de viajar es una experiencia enriquecedora que amplía horizontes y alivia el estrés. Pero, ¿cómo afecta a la salud cardiovascular? Según el doctor Sergio Baratta (MN 84674), jefe de Cardiología del Hospital Universitario Austral, un viaje no solo permite descansar y conocer nuevos lugares, sino que también tiene un impacto positivo en la salud del corazón. “Al reducir el estrés y mejorar la salud mental, también se beneficia indirectamente el corazón”, comenta el especialista. En este sentido, romper con la rutina puede ser un factor clave para aquellos que buscan reducir la presión del día a día.
Sin embargo, Baratta advierte que el corazón es sensible a los cambios que conlleva un viaje. “Si se tienen antecedentes cardiovasculares, es fundamental tener estabilidad clínica en las cuatro a seis semanas previas y someterse a una evaluación cardiovascular antes de viajar”, explica. También señala que las personas que han tenido eventos coronarios, insuficiencia cardíaca o arritmias deben evitar actividades físicas intensas. “Es crucial adaptar el nivel de actividad a las capacidades individuales”, recomienda.
Uno de los principales riesgos durante los viajes largos es la trombosis venosa en las piernas, que puede derivar en una embolia pulmonar. “Cualquier traslado que dure más de cuatro horas, especialmente en avión, incrementa el riesgo de coágulos en las piernas”, detalla el cardiólogo. Para mitigar este riesgo, sugiere realizar movimientos periódicos de las piernas, usar medias de compresión y, en algunos casos, tomar anticoagulantes antes del viaje.
El doctor Baratta también advierte sobre los efectos de los cambios climáticos extremos. Viajar a zonas con temperaturas extremas o a lugares de gran altitud puede ser peligroso para personas con problemas cardíacos. “A más de 2.000 metros de altitud, la presión disminuye y la oxigenación sanguínea también, lo que puede generar complicaciones en quienes padecen insuficiencia cardíaca o problemas respiratorios”.
El frío extremo puede ser otro peligro, sobre todo para quienes provienen de climas cálidos. “El cambio brusco de temperatura puede inducir vasoconstricción, aumentando el riesgo de eventos coronarios”, advirtió. También recomienda a las personas que toman vasodilatadores o diuréticos controlar su presión arterial en destinos calurosos, ya que la deshidratación puede provocar una caída repentina de la presión. “Es clave evitar la baja excesiva de la presión arterial y mantenerse bien hidratado”, recomendó.
Para mantener la salud cardiovascular durante un viaje, el doctor Baratta destaca tres pilares esenciales:
Buena alimentación
Hidratación adecuada
Descanso suficiente
El estrés alimentario, los excesos de alcohol y la deshidratación pueden afectar negativamente la función cardiovascular. Mantener una dieta equilibrada y beber suficiente agua son fundamentales para evitar complicaciones. Además, el sueño juega un papel crucial. “Es importante dormir entre siete y ocho horas por noche, ya que la falta de descanso incrementa los riesgos para la salud”, explicó Baratta.
En cuanto a la actividad física, el cardiólogo recomienda escuchar siempre las señales del cuerpo. “Es vital respetar los límites personales y no forzar el cuerpo, especialmente si se va a realizar ejercicio intenso”, aconseja. Incluso actividades cotidianas, como cargar maletas pesadas, pueden resultar en un sobreesfuerzo innecesario.
Las personas con condiciones preexistentes, como arritmias o insuficiencia cardíaca, deben ser especialmente cautelosas. “Aquellos que están anticoagulados deben monitorear su condición adecuadamente para evitar complicaciones”, sugiere el cardiólogo. También aconseja organizar la medicación con anticipación y llevar suficiente para toda la duración del viaje.
Si se viaja al extranjero, Baratta recomienda llevar un resumen de la historia clínica y, en caso de estar en tratamiento, una medalla identificatoria que indique la condición médica. Aquellos con marcapasos u otros dispositivos implantables deben tener siempre la credencial correspondiente, ya que puede ser útil en aeropuertos o controles de seguridad. “El objetivo no es evitar viajar, sino planificar de manera adecuada para disfrutar sin poner en riesgo la salud”, concluy