El viernes del 8 de julio de 2011 por la tarde, el camionero Héctor Romero invitó a subir a su vehículo a María Cash, que hacía dedo a un costado de la Ruta Nacional N°34, en la rotonda del cruce de Torzalito, en General Güemes. Ese evento desencadenó uno de los misterios más grandes de la historia policial argentina reciente: ¿qué ocurrió con la diseñadora de 29 años, de quien nunca más se tuvo noticias? El enigma parece comenzar resolverse hoy, 13 años más tarde, con la detención e imputación del camionero, hoy acusado de matar a María, con un expediente en su contra por el homicidio calificado por alevosía, con una causa liderada por el fiscal Eduardo Villalba.
Romero no puede negar que fue la última persona que tuvo contacto con María. Aunque no se presentó en la Justicia tras la desaparición, debió admitirlo cuando los investigadores lograron identificarlo y ubicarlo gracias a la descripción de quienes presenciaron la secuencia en ese punto de Salta. Así, declaró por primera vez el 14 de julio de 2011, ante la Policía salteña.
Durante la entrevista, dijo que había llevado a María desde la rotonda de General Güemes hasta el paraje El Estanque, en inmediaciones de un santuario de la Difunta Correa donde “ella decidió quedarse”.
Al día siguiente, se dio su primera declaración formal como testigo ante la Justicia provincial. En esa oportunidad, señaló que trabajaba para un supermercado como chofer y que realizaba el transporte de mercaderías, habitualmente, “desde General Güemes a Joaquín V. González y viceversa”. Contó que el día de la desaparición, tras el arreglo de un neumático, partió hacia el destino mencionado, cerca de las 16. Dijo que en el cruce de las rutas 34/9 “una mujer le hizo dedo” y que se detuvo “para acercarla”. Romero manifestó que nunca lo hace, pero que “algo de la chica lo hizo detenerse”.
“Ella ascendió y tras varios minutos de silencio, le solicitó agua. Él le dijo que no llevaba”, relató. “Luego le preguntó a dónde viajaba y él le respondió que hasta González y él le consultó hasta donde viajaba ella, ella le respondió que viajaba a Córdoba”. Hoy, puede deducirse que esa conversación puede haber sido parte de un intento del camionero por desviar la investigación hacia esa provincia.
“Un poco más adelante, antes de llegar a la Difunta Correa, en el paraje denominado “Palomitas” sobre la Ruta 34, ella le pidió que parase porque ahí se quedaba. Se orilló y ella se bajó”. Este punto es importante para los investigadores, debido a que, aquí, el camionero presentó la primera contradicción en cuanto al sitio en el que la dejó.
Luego, dijo que esa reacción de María, pedirle que se detenga, “le resultó extraña”. “Le comentó que caminara más adelante donde paraban camiones para que siguiera. Ella no contestó nada”, aseguró que le llamó la atención, pero que no dijo nada porque “se sentía arrepentido de haberla levantado, porque lo tenía prohibido, por lo que el que se haya bajado lo tranquilizaba”.
Por último, describió la ropa que llevaba la mujer. Dijo que “no recordaba bien” aunque señaló que llevaba “botas caña larga de color marrón, un pantalón claro y una cartera de color oscuro y una campera de color claro en las manos”. Este detalle también fue puesto bajo la lupa. A los detectives que revisaron la causa les hizo ruido que el hombre comenzara de abajo hacia arriba, cuando lo habitual es que las descripciones comiencen desde arriba hacia abajo.
Sobre el aspecto, Romero dijo que “la vio desarreglada y con mucho olor a transpiración, que la notó un poco desorientada, que no hablaba mucho y, cuando lo hacía, no era muy elocuente”. Finalmente, preguntado si tenía algo más para aportar, hizo una llamativa aclaración: aseveró que “esta situación le puede traer problemas, pero al enterarse de que la joven que llevó es la buscada, aporta todo lo que conoce”.
Sin embargo, el hecho de no haberse presentado de forma voluntaria fue interpretado por la nueva unidad investigativa como una falta de colaboración en el caso.