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Salud
09/07/2025 | Hace 8 horas

Las olas de calor serán cada vez más intensas y durarán más tiempo, alerta un estudio

Las olas de calor serán cada vez más intensas y durarán más tiempo, alerta un estudio
Una investigación reciente advierte sobre el aumento acelerado de fenómenos extremos prolongados, con efectos graves en salud, agricultura y ecosistemas vulnerables

En una tarde abrasadora, las ciudades y campos del trópico parecen fundirse bajo el peso de un calor implacable, mientras los científicos advierten que estos episodios extremos no solo son cada vez más frecuentes, sino también cada vez más largos.

Un estudio internacional liderado por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) de Chile revela que los eventos de ola de calor más extremos —los que se extienden durante semanas— son los que experimentan el mayor incremento en frecuencia y duración.

El trabajo, publicado en la revista Nature Geoscience, evidencia que el fenómeno afecta especialmente a las regiones tropicales, donde cada fracción de grado adicional de calentamiento global provoca un impacto desproporcionadamente severo.

Cuando el termómetro no baja y las noches se hacen eternas

Según la información difundida en el estudio, el equipo de investigadores desarrolló una ecuación capaz de analizar tanto regiones individuales como patrones globales, permitiendo identificar una aceleración en la prolongación de las olas de calor a escala mundial.

“Cada fracción de grado de calentamiento tendrá más impacto que la anterior”, señaló David Neelin, profesor de ciencias atmosféricas y oceánicas en UCLA y autor principal del estudio. “La aceleración significa que, si el ritmo de calentamiento se mantiene, nuestra capacidad de adaptación debe avanzar cada vez más rápido, en especial ante las olas de calor más extremas, que son las que están cambiando con mayor rapidez”, agregó en el comunicado de prensa emitido por la casa de altos estudios.

El estudio, realizado por un equipo internacional de la UCLA y la UAI, demuestra que el alargamiento de las olas de calor responde a un proceso no lineal: cada incremento adicional en la temperatura media regional provoca un aumento desproporcionado en la duración de estos eventos extremos.

Los modelos climáticos utilizados incorporan la influencia de la temperatura de cada día sobre la siguiente jornada, lo que permitió revelar esta aceleración. Cristian Martinez-Villalobos, profesor asistente de ingeniería y ciencias en la Universidad Adolfo Ibáñez y autor principal del artículo, detalló que “las olas de calor más largas y raras en cada región son las que muestran los mayores aumentos en frecuencia”.

Los datos de las últimas décadas ya reflejan un patrón acelerado, anticipando tendencias futuras. La prolongación de las olas de calor agrava los riesgos sobre la salud humana, la agricultura, los ecosistemas y las infraestructuras, y los efectos de estos fenómenos aumentan con cada décima de grado adicional de calentamiento, lo que según el estudio exige adaptar estrategias de mitigación y reacción con rapidez creciente.

El impacto del fenómeno no es homogéneo: las regiones tropicales, como el sudeste asiático, Sudamérica ecuatorial y África ecuatorial, encaran los mayores retos. Allí, la menor variabilidad climática hace que incluso pequeños aumentos de la temperatura tengan consecuencias mucho más pronunciadas.

Neelin explicó que “si el clima actual tiene grandes variaciones, una fracción de grado de cambio tendrá menos impacto que en un clima más estable”. Por eso, los efectos en los trópicos tienden a ser más intensos que en las zonas templadas, y los episodios de calor extremo se prolongarán especialmente durante el verano.

Las proyecciones indican que en África ecuatorial, las olas de calor que superan los 35 días serán 60 veces más frecuentes entre 2020 y 2044 con respecto al periodo 1990-2014, un dato que refleja la magnitud del desafío.

Récords rotos y ciudades que no encuentran tregua

El fenómeno de la prolongación de las olas de calor ya se ha dejado sentir en muchas partes del mundo. Según Nature Geoscience, en las últimas décadas las personas han sufrido olas de calor más largas, como la cúpula de calor que a fines de junio cubrió gran parte de Estados Unidos, batió récords, dañó infraestructuras como un puente en Virginia y causó problemas de salud en asistentes a una graduación.

En Europa, la primera semana de julio tuvo temperaturas extremas que forzaron el cierre de la Torre Eiffel y llevaron a los organizadores de Wimbledon a implementar la “Operación Toalla de Hielo” en el día más caluroso en la historia del torneo.

La investigación presenta un avance clave al desarrollar una ecuación capaz de analizar el comportamiento de las olas de calor tanto a escala regional como global. El grupo utilizó datos históricos y proyecciones de temperatura procedentes del reanálisis ERA5 del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo (ECMWF) y las simulaciones del Proyecto de Intercomparación de Modelos Acoplados Fase 6 (CMIP6).

Su herramienta normaliza los resultados según la variabilidad local, permitiendo comparar diferentes regiones y detectar patrones globales y particularidades locales, aspectos fundamentales para diseñar estrategias de adaptación eficientes.

El estudio destaca que la probabilidad de que ocurran olas de calor largas y poco comunes aumenta de manera mucho más pronunciada que la de eventos frecuentes y menos extremos, generando un efecto acumulativo de impactos no lineales.

Un mundo obligado a reinventarse bajo un sol más rígido
El estudio enfatiza la importancia de disponer de modelos climáticos y meteorológicos de gran precisión para anticipar y afrontar los riesgos asociados a la extensión de las olas de calor. Según Neelin, “abordar estos desafíos dependerá de disponer de modelos climáticos y meteorológicos de alta precisión, pero el presupuesto federal actual está poniendo en pausa las capacidades de Estados Unidos y eliminando a excelentes jóvenes científicos del campo”.

Además, advirtió que la falta de prioridad y financiación en la investigación climática limitará la capacidad de adaptación social e institucional.

El fortalecimiento de la investigación científica, la disponibilidad de proyecciones regionales rigurosas y el desarrollo de estrategias de gestión de riesgos son indispensables para enfrentar el futuro de un planeta cada vez más expuesto a olas de calor prolongadas y crisis hídricas recurrentes.

Martinez-Villalobos subrayó que “teniendo en cuenta la variación natural de las temperaturas en cada lugar, encontramos que las tendencias recientes observadas ya siguen un patrón de aceleración como el previsto por los modelos”.

La continuidad y el avance de estas líneas de estudio serán esenciales para proteger la salud humana y ambiental, la seguridad alimentaria y la infraestructura en un escenario global donde el calor extremo y la sequía amenazan con instalarse por períodos cada vez más largos.

La sed del mundo: radiografía de la sequía y su sombra global
La sequía representa una amenaza creciente para la seguridad alimentaria y económica mundial, advierte un informe internacional respaldado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), según publicó Infobae. El trabajo señala impactos devastadores en regiones vulnerables que afectan la producción agrícola, la estabilidad de los mercados y la salud pública.

El estudio “Puntos Críticos de Sequía 2023-2025”, elaborado por el Centro Nacional de Mitigación de la Sequía de Estados Unidos (NDMC), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) y con apoyo de la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía (IDRA), identifica una crisis intensificada por el cambio climático y El Niño, que requiere respuestas urgentes y coordinadas.

Las temperaturas sostenidamente altas y las lluvias irregulares alimentan una emergencia ambiental y social que golpea especialmente a África, la cuenca mediterránea, América Latina y el Sudeste Asiático.

El informe destaca cómo el calentamiento global y El Niño prolongaron los períodos secos, aumentaron la evaporación y redujeron los recursos hídricos. Maíz perdido en Zimbabue, mortandad de delfines de río en la Amazonia, falta de agua potable en el delta del Mekong y cortes energéticos en África Meridional son algunos ejemplos de una crisis que va más allá de lo climático y alcanza la economía, la salud y la vida misma.

En este escenario, la ONU y organismos internacionales insisten en la necesidad de fortalecer sistemas de alerta temprana, impulsar restauraciones ecológicas, diversificar los sistemas energéticos y mejorar la cooperación global en materia de gestión hídrica y producción de alimentos, para evitar que la sed y la escasez determinen el futuro de millones de personas.

Cuando el calor extremo y la sequía se entrelazan amenazando con instalarse por temporadas cada vez más largas, comprender lo que sucede bajo este sol es también imaginar y construir estrategias a la altura del desafío.

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