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Astronomía
28/05/2025

Los descubrimientos fuera de la Tierra a los que la NASA llamó "monstruos"

Los descubrimientos fuera de la Tierra a los que la NASA llamó “monstruos”
Un hallazgo reciente volvió a poner en jaque todo lo que creíamos saber sobre el universo. Gracias al telescopio James Webb, científicos lograron captar algo que nunca antes se había visto.

El espacio vuelve a sorprender. Esta vez, la NASA detectó algo completamente inédito: gigantes cósmicos que estaban ocultos más allá de los límites conocidos. El telescopio espacial James Webb logró captar estas estructuras colosales que, según los expertos, duplican en miles de veces el tamaño del Sol y son hasta cinco veces más calientes. Este tipo de fenómeno, registrado a 13.300 millones de años luz, podría cambiar las teorías actuales sobre cómo se formó el universo.

Los científicos los apodaron “monstruos celestiales”, un nombre que no solo responde a su magnitud física sino también al misterio que los rodea. Estos objetos están compuestos por cúmulos estelares muy densos que podrían tener hasta un millón de estrellas en su interior. Y lo más impactante: se formaron tan solo 440 millones de años después del Big Bang, lo cual contradice la idea de que las galaxias se desarrollan lentamente a lo largo del tiempo.

El hallazgo fue publicado en la revista Astronomy & Astrophysics y contó con la participación de investigadores de la Universidad de Barcelona y la Universidad de Ginebra. Para ellos, este tipo de descubrimiento marca un antes y un después en la forma en que entendemos la evolución del cosmos.

El descubrimiento de la NASA

El telescopio James Webb se convirtió en la herramienta clave para captar la luz emitida por una galaxia denominada GN-z11, considerada una de las más lejanas jamás detectadas. Este avance permitió observar una distribución esférica de estrellas extremadamente densas, algunas con un radio de hasta 100 años luz. Estos cúmulos forman parte de lo que se conoce como proto-cúmulos globulares, una fase primitiva de estructuras galácticas.

La información también reveló proporciones químicas irregulares en los elementos que los componen, como sodio, oxígeno, aluminio y nitrógeno, lo cual sugiere un proceso de formación muy diferente al que se creía hasta ahora. Se estima que estas estructuras tienen entre 10.000 y 13.000 millones de años, y su tamaño supera con creces al del Sol.

La importancia del descubrimiento de la NASA

El estudio no solo implica una revelación astronómica, sino también una transformación del paradigma científico actual. Según Corinne Charbonnel, astrónoma de la Universidad de Ginebra, estos datos podrían ayudar a explicar cómo se formaron las primeras galaxias del universo, y por qué lo hicieron a una velocidad tan acelerada.

Además, el hallazgo genera nuevas preguntas sobre el destino de nuestro propio planeta. Modelos matemáticos de la NASA afirman que, con la expansión del Sol, la vida en la Tierra podría extinguirse en un plazo de casi mil millones de años. Un horizonte lejano, pero que adquiere un nuevo sentido cuando entendemos cuán vasto e inexplorado sigue siendo el universo.

Este tipo de descubrimientos renuevan el interés por la exploración espacial y nos recuerdan que, aunque parezca ciencia ficción, todavía estamos rascando la superficie de lo que el cosmos tiene para mostrar.

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