También existen otros factores para clasificarlos, como sus ingredientes, métodos de fabricación o usos. Aquí te contamos más sobre cada uno de ellos:
Historia del jabón
Aunque los restos de jabón más antiguos conocidos datan del 2800 a. C. y se hallaron en la zona de Babilonia, los investigadores desconocen cuál es su origen y cómo se inventó.
Las teorías más difundidas indican que su aparición podría deberse a los sacrificios ceremoniales de animales.
Las lluvias podrían haber arrastrado los restos de grasa y ceniza a ríos cercanos, apreciando los habitantes la espuma que se formaba y la capacidad que esta tenía para limpiar vestimentas o la piel.
En la actualidad, el jabón se fabrica mezclando diferentes aceites, de origen vegetal (como algodón, coco, lino, maíz, oliva o soja), o de origen animal (recurriendo a su grasa, especialmente la de pescados), con agua e hidróxido de sodio o hidróxido de potasio (comúnmente llamados soda cáustica).
Luego se agregan los aceites esenciales de origen vegetal para darle aroma, y tintes para el color.
Cómo el jabón elimina al coronavirus
Generalmente se los clasifica por sus ingredientes, el método para prepararlos, o el uso para el que se destinan. Aquí los detallamos:
Ingredientes
Los jabones pueden diferenciarse por la materia que se utiliza para elaborarlos. Esta distinción puede darse, en primer lugar, por el uso de grasas animales o aceites vegetales.
Por ejemplo, existen jabones de leche, que se aprovechan para cuidar la piel por sus propiedades suavizantes e hidratantes.
Otra categoría es la de los aromatizados, destacándose por los extractos de hierbas que se utilizan para prepararlos.
Los más comunes son los de árbol de té, limón o lavanda, aunque también podemos encontrar otros que combinan la fragancia con la frescura de las plantas, como los de algas o menta.
Se puede recurrir a olores más fuertes en la elaboración para utilizarlos en prácticas como la aromaterapia.