La cuestión de quién debe responsabilizarse de los que llegan a la rica Unión Europea en embarcaciones precarias huyendo de la pobreza o la guerra lleva mucho tiempo tensando las relaciones dentro del bloque.

Este asunto ha vuelto a ser un punto álgido este mes, cuando París y Roma se enfrentaron por la aceptación por parte de Francia del Ocean Viking, un barco que transportaba 234 migrantes rescatados en el mar que Italia había rechazado.

“No podemos ni debemos trabajar en una situación de crisis por crisis, barco por barco, incidente por incidente. Necesitamos un marco único basado en la legislación de la UE”, dijo el comisario europeo Margaritis Schinas a su llegada a la reunión, instando a los Estados miembros a aprobar una nueva legislación comunitaria sobre inmigración.

Antes de las conversaciones, la Comisión Europea presentó un plan de acción de 20 puntos para hacer frente al aumento de la inmigración en el Mediterráneo central.

Uno de los puntos de ese plan es el refuerzo de la cooperación con terceros países, lo que incluye medidas para evitar las salidas del norte de África. También pretende una mayor coordinación de la UE en materia de búsqueda y rescate, incluso entre los Estados costeros y de pabellón.

Más de 90.000 migrantes y refugiados han llegado este año a la UE a través de la ruta del Mediterráneo central, como por ejemplo cruzando el mar desde el norte de África hasta Italia o Malta, lo que supone un aumento del 50% respecto a 2021.

“Sólo como europeos podemos abordar estas cuestiones tan difíciles de la inmigración irregular”, dijo el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, que había convocado la reunión de urgencia tras calificar a Italia de “egoísta” por no dejar atracar al Ocean Viking.