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30/09/2022

¿Problemas para dormir? Repasamos los mitos sobre el sueño

¿Problemas para dormir? Repasamos los mitos sobre el sueño
Dormir correctamente es un factor clave para mantener un estilo de vida saludable.

Ayuda al cuerpo y cerebro a recuperarse del estrés del día, mejora el desempeño y la toma de decisiones, permite mantenerse alerta, e incluso favorece la defensa del organismo contra enfermedades. A pesar de ser una actividad que realizamos diariamente, se encuentra rodeada por diferentes mitos y creencias erróneas. Aquí repasamos qué dice la ciencia acerca del sueño.

Mito 1: Todos necesitamos dormir 8 horas
Esto no es cierto. Como sucede con otros aspectos de la biología humana, no existe un enfoque único para dormir. Normalmente, se recomienda que los adultos jóvenes y sanos duerman entre 7 y 9 horas diarias, sin embargo, las recomendaciones generales para dormir difieren según la edad:

Recién nacidos: entre 16 y 18 horas al día.

Niños en edad preescolar: entre 11 y 12 horas al día.

Niños en edad escolar: al menos 10 horas al día.

Adolescentes: entre 9 y 10 horas al día.

Adultos (incluyendo adultos mayores): entre 7 y 9 horas al día.

Mito 2: Dormir poco no repercute seriamente sobre la salud
Dormir mal un día eventualmente no significa un peligro para la salud, sin embargo, cuando existe una dificultad constante para conciliar o mantener el sueño se puede estar ante un caso de insomnio.

Este trastorno afecta la energía y el estado de ánimo, así como el desempeño, la salud y la calidad de vida. El insomnio puede ser agudo, y durar un par de días o semanas, o crónico, y durar un mes o más. Entre sus principales síntomas se halla:

Dificultad para conciliar el sueño durante la noche.

Despertarse durante la noche o muy temprano.

No sentirse bien descansado después de dormir por la noche.

Sufrir cansancio o somnolencia diurnas.

Tener irritabilidad, depresión o ansiedad.

Tener problemas para prestar atención, concentrarse en las tareas diarias o recordar.

El insomnio puede ser un problema en sí mismo o estar asociado a otras afecciones. Entre sus causas más frecuentes están:

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