La sangre representa alrededor del 8% del peso de una persona. Se puede decir que juega un rol en la mayoría de las funciones orgánicas, suministrando oxígeno, nutrientes, hormonas y anticuerpos a los órganos.
Está compuesta por plasma (el líquido que transporta células, deshechos y nutrientes) y células sanguíneas (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas).
La mayoría de los cánceres de sangre ocurren cuando los glóbulos blancos empiezan a crecer de manera anormal.
Tipos de cáncer de sangre
Leucemia. Este cáncer comienza en la médula ósea. Las células sanas se modifican de tal manera que se vuelven leucémicas.
Estas células malas, curiosamente, tienen más poder de supervivencia, tanto que, con el avance de la enfermedad su número comienza a ser mayor que el de las células buenas.
Hay 11 formas diferentes de leucemia.
Linfoma. Este tipo de cáncer afecta al sistema linfático, que forma parte del sistema inmune. Se desarrolla cuando un tipo de glóbulos blancos llamados células T se vuelven anormales. Estas células anormales pueden diseminarse a cualquier parte del cuerpo. Hay dos formas de linfoma: Hodgkin y no Hodgkin, que se desarrollan y diseminan de forma diferente, y reaccionan de manera distinta a los tratamientos.
Mieloma. Afecta a la parte de la sangre conocida como plasma. El plasma lucha contra las infecciones, por eso, cuando sus células se empiezan a desarrollar de manera anormal, el sistema inmune se vuelve muy vulnerable y abre la puerta a infecciones.
Síntomas de este cáncer
Los síntomas del cáncer en la sangre son los mismos que se presentan para decenas de afecciones:
Fiebre
Escalofríos
Fatiga
Debilidad
Dolor de huesos
Dolor abdominal
Dificultad para respirar
Ganglios inflamados
Dolor de articulaciones
Pérdida de peso
Factores de riesgo
Como en otros riesgos de cáncer, los factores de riesgo para desarrollar leucemia, linfoma o mieloma no son completamente conocidos o comprendidos.