Con el paso del tiempo, esto genera un endurecimiento de estos conductos, que terminan por estrecharse. En consecuencia, el flujo sanguíneo se vuelve más lento o directamente se bloquea, aumentando el riesgo de sufrir diferentes problemas cardiovasculares.
Por este motivo, es común que se asocie al colesterol con algo negativo, sin embargo, esto no sería correcto. Nuestro organismo genera colesterol para producir vitamina D, hormonas y compuestos que facilitan la digestión.
También se lo puede obtener de diferentes alimentos, principalmente de origen animal, como quesos o carnes.
Tipos de colesterol
La sangre transporta el colesterol a las células a través de partículas llamadas lipoproteínas. Dos de las más importantes son:
Las de baja densidad (LDL) también conocidas como colesterol “malo”: transporta el colesterol desde el hígado hasta las células, donde se utiliza en varios procesos.
Las de alta densidad (HDL) o colesterol “bueno”: transporta el colesterol de regreso al hígado para luego ser eliminado.
Es común que al colesterol se lo confunda o use como sinónimo de los triglicéridos, sin embargo, son diferentes tipos de lípidos que circulan en sangre.
Mientras que el colesterol se utiliza para construir células y hormonas, los triglicéridos se utilizan para proporcionar energía al cuerpo.
10 mitos sobre el colesterol
Cuando comemos el cuerpo convierte las calorías que no utiliza en triglicéridos, los cuales se almacenan en los adipocitos (un tipo de células grasas). Cuando se necesitan, las hormonas los liberan para utilizarlos como energía.
Niveles de colesterol y triglicéridos
Los niveles de triglicéridos y colesterol se miden en miligramos (mg) por decilitro (dl) de sangre, que se conocen mediante pruebas o exámenes. Estos son los valores correspondientes para cada caso:
Valores para los triglicéridos:
Normal: Menos de 150 mg/dL.
Límite: 150 a 199 mg/dL.
Alto: 200 a 499 mg/dL.
Muy Alto: 500 mg/dL.