Beber café y otras infusiones con cafeína es una rutina extendida, pero la cafeína influye notablemente en la calidad y estructura del sueño.
La cafeína actúa como estimulante porque bloquea la adenosina, una sustancia química cerebral responsable de inducir la somnolencia. Al impedir el efecto de la adenosina, la cafeína mantiene a las personas más alerta, aunque esto puede tener un costo para la salud del sueño.
Según investigaciones difundidas por Newsweek, incluso una taza de café consumida varias horas antes de acostarse puede dificultar la conciliación y el mantenimiento del sueño, reduciendo el tiempo total de descanso y alterando funciones esenciales como la reparación muscular y la consolidación de recuerdos.
El doctor David Benavides, especialista en medicina del sueño de la Escuela de Medicina de Harvard, explicó a ese medio que la vida media de la cafeína en el cuerpo es de unas cinco a seis horas, lo que significa que parte de la sustancia permanece activa durante mucho tiempo, especialmente si se consumen varias tazas al día.
Relación entre la reducción de cafeína y sueños vívidos
Muchos consumidores reportan que, tras reducir su consumo de cafeína, experimentan sueños más vívidos o de contenido inusual en las noches posteriores al cambio de hábito.
Si bien no existen estudios científicos concluyentes que vinculen directamente la disminución de cafeína con un aumento en la intensidad o viveza de los sueños, sí se identificaron mecanismos plausibles.
Al dormir más profundamente, el cuerpo puede recuperar las fases de sueño REM (movimientos oculares rápidos), etapa en la que los sueños son más frecuentes y complejos. Es común que quienes redujeron la cafeína perciban estos sueños con más detalle y contenidos más memorables, aunque este efecto suele ser temporal y su intensidad varía entre individuos.