Wylie James Prescott, de 3 años, tuvo que esperar más de un año después de su diagnóstico de autismo para comenzar la terapia conductual, a pesar de que las investigaciones demuestran que el tratamiento temprano del autismo puede ser crucial para el desarrollo de los niños.
Su madre, Brandie Kurtz, dijo que Medicaid de Georgia no aprobó su terapia hasta hace poco, a pesar de sus continuas peticiones. “Conozco cómo funcionan los seguros, así que es aún más frustrante”, explicó Kurtz, que trabaja en un consultorio médico cerca de su casa en la zona rural de Wrens, Georgia.
Esas frustraciones las sufren con frecuencia los padres que tienen un hijo con autismo, un trastorno complejo que dura toda la vida. Y la pandemia ha exacerbado el ya difícil proceso de obtener servicios.
Esto se produce en un momento en el que la concienciación pública sobre el autismo y la investigación sobre el mismo han aumentado, y la cobertura de los seguros para el tratamiento está más extendida. En febrero, Texas se convirtió en el último estado en cubrir una terapia para el autismo, ampliamente utilizada, a través de Medicaid. Y todos los estados tienen ahora leyes que exigen que los planes de salud privados cubran la terapia, el análisis conductual aplicado (Método ABA).
Pero muchas niñas y niños, desde Georgia a California, suelen esperar meses —y en algunos casos más de un año— para obtener un diagnóstico y luego recibir servicios de tratamiento especializado. Las terapias, que pueden costar $40,000 o más al año, están fuera del alcance de las familias que no tienen seguro o tienen planes de salud con deducibles elevados. Los niños de comunidades de las minorías y los que viven en zonas rurales pueden enfrentarse a barreras adicionales para obtener ayuda.
“Nunca se permitiría que un niño con cáncer experimentara estas esperas”, señaló la doctora Kristin Sohl, pediatra de University of Missouri Health Care y presidenta del Subcomité de Autismo del Consejo sobre Niños con Discapacidades de la Academia Americana de Pediatría.