San Lorenzo le puso un freno al empuje de los juveniles de Boca: ganó por 2 a 0, con goles de Gino Peruzzi y Néstor Ortigoza de penal, uno en cada tiempo. En la Bombonera, el Ciclón golpeó en momentos clave del encuentro y desde la experiencia de Ortigoza y los hermanos Romero, edificó la victoria y no se dejó sorprender por los chicos, como le sucedió a Banfield, que no pudo pasar del 0-0.
Como le sucedió al Taladro, el Ciclón se encontró a un Xeneize intenso, hormonal. Los jóvenes (reforzados por Edwin Cardona y Frank Fabra) presionaron alto y, cuando tuvieron dificultades en la salida, cargaron a la segunda pelota con pelotazos largos, con Escalante, el movedizo puntero izquierdo, como destino predilecto. Así, incomodaron a la visita.
A los 9′, el enlace colombiano dispuso de un interesante tiro libre en el borde del área y su remate se marchó desviado. Los Cuervos contaron con una gran chance tres minutos después, cuando quitaron en el fondo auriazul y pusieron a Uvita Fernández pisando el área: el ex Defensa y Justicia hizo temblar un palo de un zurdazo.
“A dos toques”, les pidió Battaglia permanentemente a sus pupilos. Los juveniles cuidaron la pelota ante un Ciclón que no se mostró incómodo esperando, porque juntó sus líneas y no ofreció espacios para ser lastimado. La movilidad de Taborda y las apariciones de Cardona suplieron el hecho de que Fernández fuera bien bloqueado. A los 25 minutos, Cardona, otra vez de tiro libre, movió el costado de la red del arco defendido por Torrico.
Todo, en el contexto de un encuentro áspero, con roces y entradas fuertes, con dos tumultos en menos de media hora. Hasta que a los 30, una genialidad de Ángel Romero destrabó el cotejo. El paraguayo rescató un rebote tras un centro y, encerrado contra la línea de fondo, sobre la izquierda, pisó el balón y sacó un centro pasado que Gino Peruzzi, justo un ex Boca, mandó a la red de cabeza para firmar el 1-0.
Antes del minuto del segundo tiempo, San Lorenzo se ganó la chance de ampliar la diferencia. En 38 segundos, Óscar Romero puso a Palacios cara a cara con Lastra, quien le cometió penal a pesar de que el volante azulgrana se estaba abriendo. La ejecución desde los 12 pasos fue todo un ritual: Ortigoza, un especialista, demoró el remate. Reacomodó el balón y dio vueltas antes de shotear: la causa, le estaban hablando sus rivales para ponerlo nervioso, algo que no sucedió. El experimentado mediocampista colocó la pelota en un ángulo. Se dio vuelta y les dijo a los juveniles locales “conmigo, no, ¿eh?”.
El segundo tanto visitante exacerbó posturas. El Ciclón esperó, con orden, para sacar la réplica. Boca intentó construir, con Cardona como eje, paciencia y buenas intenciones, pero sin cambio de ritmo. A los 17′, en una jugada en la que incursionaron en ofensiva los dos laterales, apareció Eros Mancuso dentro del área y su intento se marchó por encima del travesaño. Y a los 25, los chicos robaron en la salida del Ciclón y Bodencer, con dos opciones de pase disponibles, no le acertó al arco.
Más allá de los arrestos, San Lorenzo mantuvo el control de las acciones. Por momentos, con Ortigoza como termómetro, enhebró algunas posesiones largas en las que tomó aire y fue poniéndole candado al resultado. No lució, pero hizo lo que tenía que hacer: marcar la distancia con su impetuoso, pero joven adversario.
El domingo, desde las 15.45, Boca visitará a Talleres ya con sus titulares, que habrán cumplido los días de aislamiento determinados por el Ministerio de Salud tras romper la burbuja en Brasil, ante Atlético Mineiro. Y quedará en ellos recuperar terreno en el torneo local (el equipo suma dos unidades en tres fechas). El Ciclón, en tanto, se ilusiona: con 7 puntos, se metió en el lote de los elencos más encumbrados. Todavía deja varios flecos a la vista mientras busca delinear la identidad que pretende Paolo Montero. Por lo pronto, logró domar al Xeneize juvenil, en un clásico que podía tornarse peligroso.