Suele manifestarse en niños a partir de los 5 años, progresando durante el resto de la infancia y adolescencia. Aunque la genética es una de sus principales causas, existen modos de prevenirla.
¿Qué ocurre en la miopía?
Normalmente, la luz se enfoca con precisión sobre la retina en un lugar llamado punto focal. En la miopía, un ojo es más largo desde el frente hacia atrás que un ojo normal, por lo que la luz se enfoca frente a la retina y no directamente sobre ella.
Esto dificulta ver los objetos lejanos, aunque los cercanos parecen nítidos. Entre los principales síntomas de la miopía se encuentra:
Visión borrosa o dificultades para mirar objetos distantes.
Dolores de cabeza causados por fatiga visual.
Necesidad de entrecerrar los ojos para ver con claridad.
En el caso de los niños, las señales suelen ser:
Entrecerrar los ojos persistentemente.
Frotarse los ojos con frecuencia.
Parpadear excesivamente.
No darse cuenta de los objetos distantes.
Acercarse demasiado a las pantallas, pizarras o libros.
Para tratar la miopía se puede recurrir a anteojos o lentes de contacto que contrarresten el aumento de la curvatura de la córnea o la excesiva longitud del ojo.
También se puede optar por cirugías, como la cirugía ocular LASIK, queratectomía subepitelial asistida por láser o queratectomía fotorrefractiva.
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En general, en estos procedimientos se recurre al uso de láser para dar una nueva forma a la córnea, aunque incluso después de la cirugía, se puede necesitar usar anteojos o lentes de contacto.
Cómo prevenir la miopía
Que un niño desarrolle miopía depende en gran parte de la herencia genética. Sin embargo, en los últimos años distintos estudios resaltaron el impacto que otros factores pueden tener sobre este trastorno de la vista, como el tiempo al aire libre, la exposición a pantallas, el uso de una luz adecuada y una dieta equilibrada.