Sobrepensar distintas situaciones o forzar el cerebro por mucho tiempo sin descanso puede traer problemas para el organismo.

Según un estudio de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, el 73% de los adultos de entre 25 y 35 años, y el 52% de las personas de entre 45 y 55 pasan demasiado tiempo obsesionándose con un pensamiento.

¿Qué pasa si pienso mucho?

Cuando ciertas partes del cerebro y ciertos procesos cognitivos están en calma, se adquiere mayor creatividad. Pensar demasiado las cosas genera menos flujo de ideas y/o soluciones.

Un estudio de la Universidad de Stanford, EEUU, puso a los participantes del estudio en una máquina de resonancia magnética y tuvieron que dibujar una serie de imágenes. Cuanto más complicadas eran las imágenes, menos creativos eran los dibujos. Por otro lado, cuanto más sencillas eran las imágenes, más creativos los dibujos.

También, darle vueltas a las cosas en la cabeza consume mucha energía. El esfuerzo mental, cuando no tiene ninguna válvula de escape, se vuelve agotador. Cuando sucede esto, el organismo produce cortisol, la hormona del estrés.

Asimismo, al seguir pensando sin dar un tiempo de desconexión, no se permite que el corazón y la tensión se calmen. Esta mala costumbre afecta al sueño y al descanso, lo que produce un continuo agotamiento.