Los desórdenes del comportamiento alimentario son afecciones de salud mental que se caracterizan por una alteración en la absorción de nutrientes y, por consecuencia, causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial.
Así lo indicó el Licenciado Agustín Daniel Caiña (M.N. 72.949/M.P. 99.185), psicólogo clínico en el Equipo de Trastornos Alimentarios del Servicio de Psicología (UBA) en el Hospital de Clínicas José de San Martín, que dijo además que, se trata del trastorno psiquiátrico con mayor tasa de suicidio y de muerte prematura debido al alto riesgo del cuadro clínico y destacó “la importancia de la oportuna consulta con un profesional de salud mental”.
Caiña, que además trabaja en el Centro de Obesidad y Enfermedades Metabólicas “Dr. A. Cormillot” de Malvinas Argentinas, y en el Centro “Cirubar Drs. Caiña & Aguilar” de San Isidro, agregó que según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, los trastornos más prevalentes son:
– Anorexia nerviosa: restricción de la ingesta de alimentos que conduce a un peso corporal significativamente bajo debido a una distorsión en la forma de percibir la imagen corporal y a un temor intenso de ganar peso.
– Bulimia nerviosa: episodios recurrentes de una ingesta excesiva de alimentos (atracones) seguidos de comportamientos compensatorios como el vómito autoinducido, el ejercicio excesivo o el uso de laxantes para evitar el aumento de peso.
– Trastorno de atracones: episodios recurrentes de una ingesta excesiva de alimentos, acompañado de una sensación de falta de control, que se producen al menos una vez a la semana durante 3 meses.
– Trastorno de evitación de alimentos: aversión o evitación persistente de alimentos o texturas que lleva a una ingesta energética insuficiente y por consecuencia al bajo peso.
Otros trastornos alimentarios
También, existen otros tipos de trastornos tales como la pica (ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias como el hielo, el papel, la tierra, etc.), la rumiación (regurgitación repetida de alimentos que se vuelven a masticar, a tragar o a escupir) y la ortorexia (obsesión por comer alimentos que se perciben como saludables que lleva a una rigidez y planificación excesiva de las comidas).
Por lo tanto, se entenderá al fenómeno de la patología alimentaria como una respuesta inconsciente que hace a distintas encrucijadas de la historia vital y recubre los más diversos conflictos psíquicos del campo afectivo. Se trata más bien de una hipótesis tan elemental cuanto crucial en lo que respecta al direccionamiento de la cura, ya que no se buscará simplemente el restablecimiento de una función alterada como el apetito, sino que se apostará fundamentalmente a una escucha ética y respetuosa de la palabra del sujeto, explicó Caiña que además es psicoanalista, docente de Grado de la Facultad de Psicología (UBA) en la Práctica Profesional “Clínica en Anorexias, Bulimias y Obesidad”.
El especialista contó que un psicoanalista no podrá contentarse con el diagnóstico de las conductas observables del fenómeno clínico en sí mismo (restricción alimentaria, atracones, vómitos autoinducidos, etc.), sino que será necesario pesquisar en el discurso del paciente los elementos que tengan valor de índices estructurales y reconducir aquel fenómeno a la estructura psíquica de fondo que lo anima (neurosis, psicosis o perversión) e identificar su función psíquica singular.
Diez alertas sobre los desórdenes alimentarios
La detección precoz de los trastornos alimentarios será fundamental para poder intervenir de manera efectiva y brindar el apoyo necesario antes del agravamiento del cuadro. Algunas alertas y señales a tener en cuenta para identificar posibles trastornos alimentarios podrían ser:
– Cambios significativos en los hábitos alimentarios. Cambios drásticos en la dieta, como restricciones extremas de alimentos, saltearse comidas con regularidad, evitar grupos completos de alimentos (por ejemplo, carbohidratos o grasas).
– Obsesión con la comida, el peso o la imagen corporal. Si la persona parece obsesionada con el conteo de calorías o el registro del peso corporal.
– Cambios en la conducta en torno a la comida. Evitación de situaciones sociales, comer muy lentamente, retirarse de la mesa antes que los demás comensales.
– Cambios en el peso o la apariencia corporal. Pérdida de peso significativa, cambios evidentes en la forma o tamaño del cuerpo.
– Preocupación excesiva por la figura corporal. Comentarios negativos frecuentes sobre su apariencia o autodesprecio relacionado con el cuerpo.
– Ejercicio excesivo. Realizar ejercicio compulsivamente, incluso cuando se está enfermo, lesionado o exhausto.
– Cambios emocionales y de comportamiento. Retraimiento, cambios en el estado de ánimo (irritabilidad, ansiedad, depresión).
– Cambios en la vestimenta. Utilizar ropa suelta para ocultar el cuerpo o evitar ciertos tipos de ropa.
– Retirada de actividades previamente disfrutadas.
– Negación de problemas.