Aunque en muy pequeña cantidad, las vitaminas son un grupo de nutrientes que son necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, de ahí que las denominemos micronutrientes.

Dentro del grupo de las vitaminas, podemos encontrar dos grandes grupos: las hidrosolubles, como la vitamina C o las vitaminas del grupo B y las liposolubles, a las que pertenecen la vitamina A, D, E y K, siendo la vitamina K una de las que menos hablamos y que juega un papel importante en nuestro cuerpo.

La vitamina K tiene un rol fundamental en el proceso de coagulación de la sangre, de hecho, su nombre viene de ahí, de ‘koagulation’. Explicado de forma simplificada, cuando nos hacemos una herida, se produce una cascada de reacciones químicas en nuestra sangre que acaban con la formación de un «parche» en la herida. Este parche evita que se pierda una cantidad excesiva de sangre a través de la lesión y evita que nos desangremos.

Otra función más desconocida que tiene esta vitamina es su rol en el metabolismo del calcio y de los huesos. Diversos estudios relacionan un buen aporte de vitamina K de la dieta con una mayor densidad ósea y una menor probabilidad de romperse.

La cantidad recomendada de vitamina K son unos 120 microgramos al día para hombres adultos y unos 90 microgramos al día para las mujeres adultas, y su déficit se asocia con patologías que se relacionan con malabsorción de grasas (como la celiaquía o la fibrosis quística) y durante los primeros días de vida, cuando nuestro organismo todavía no tiene reservas de este nutriente.

Por todas las funciones que tiene, un déficit de esta vitamina puede ocasionar la aparición de moratones y problemas de sangrado debido a su función en la coagulación. así como un mayor riesgo de osteoporosis, enfermedades cardiovasculares, calcificación de las arterias, varices y caries.

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Dónde encontrar vitamina K
La vitamina K se encuentra ampliamente distribuida en los diferentes grupos de alimentos y podemos diferenciar entre dos tipos:

– Vitamina K1 (o filoquinona) que se encuentra sobre todo en alimentos de origen vegetal.

– Vitamina K2 (o menaquinona) que se encuentra en alimentos fermentados y alimentos de origen animal.La principal fuente de esta vitamina serían las verduras de hojas verdes: espinacas, col de Bruselas, brócoli, coliflor o lechuga. Como regla general, cuanto más verde es la hoja, mayor es el contenido de este nutriente.

Los aceites también son ricos en vitamina K, como sería el caso del aceite de soja, que también destaca por ser rico en ácidos grasos omega 6.

Frutas como los higos y los arándanos, que además nos aportan muchos componentes antioxidantes.

La carne, los huevos y el queso.

La soja y todos sus derivados.

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Cubrir los requerimientos de vitamina K es sencillo siguiendo una dieta variada y equilibrada.

No obstante, hay que tener cuidado a la hora de tomar suplementos porque puede interaccionar con medicamentos; como los anticoagulantes (warfarina), antibióticos o incluso el Orlistat (utilizado en la pérdida de peso) y que actúa reduciendo la absorción de grasas y por tanto puede reducir la absorción de vitamina K considerablemente, llegando a suponer un problema para la salud.

Ante cualquier duda acerca de tu medicación o suplementación no dudes en preguntar a los profesionales sanitarios que te guiarán para tomar las mejores decisiones para tu salud.